RIGE PROTOCOLO SANITARIO PARA EL TRANSPORTE INTERURBANO -
Las unidades se trasladan con una capacidad máxima de 30 personas en todo su recorrido.
La encargada de la boletería local puso en marcha un protocolo para la atención al público. Decidió tomar sus precauciones porque tiene contacto “con personas de alto riesgo, que son mis padres, y tengo que cuidarlos”, dijo.
La terminal de Winifreda recuperó su elemento fundamental: los ómnibus. En los primeros días del retorno de la actividad muy pocos winifredenses estaban utilizando este medio de movilidad. Sin embargo, el movimiento de pasajeros fue creciendo a partir del viernes pasado y durante el fin de semana festivo por el “Día del Padre”. Cabe recordar que el gobernador Sergio Ziliotto rehabilitó la circulación del transporte interurbano al ingresar La Pampa a la etapa del distanciamiento social obligatorio.
Las unidades de la empresa Transur que atracan en las plataformas de la estación local son las que realizan el recorrido Santa Rosa-General Pico, ida y vuelta.
La responsable de la boletería, Flavia Cantera, señaló que este servicio público funciona con restricciones y bajo las medidas de un protocolo de seguridad e higiene para evitar contagios de coronavirus. En este sentido, detalló algunas de ellas. La ocupación de cada vehículo no debe superar el 50 % de su capacidad máxima permitida y cada dos butacas se sienta una sola persona del lado de la ventanilla. Los pasajeros deben usar el cubre nariz, boca y mentón. No se deben saludar ni realizar otra conducta que implique el contacto físico. Tanto al momento de la espera como del ascenso y descenso de la unidad deberán mantener siempre una distancia mínima de dos metros. Los colectivos contarán con alcohol en gel o agua y alcohol al 70 % para la higienización de las manos del chofer (también usará barbijo) y los pasajeros.
La agenciera local indicó que “de 60 asientos 30 son los disponibles para todo el recorrido; igualmente al inicio estuvo viajando muy poca gente”. Este comportamiento de los usuarios lo relacionó a varios factores, entre ellos a que “no tenemos clases, no funciona la universidad y la gente mayor que habitualmente viajaba está evitando hacerlo a menos que sea por extrema necesidad. Me parece perfecto que cuiden su salud más allá que tenemos un solo caso (activo de Covid-19)”. Rescató que recién el fin de semana pasado hubo más movimiento de pasajeros.
Protocolo propio. La vecina también implementa un protocolo de atención al público. “A la sala de espera no dejo entrar más de cuatro personas y continuamente estoy lavándome las manos cada vez que tengo contacto con dinero o con algún elemento que tocan todos. Y en la ventanilla de la boletería coloqué una especie de hule con una cavidad por donde entrego el boleto y recibo el dinero”, precisó. Decidió cuidarse “porque tengo contacto con personas de alto riesgo, que son mis padres, y tengo que cuidarlos”, acotó. Cabe mencionar que el 12 de junio reabrió el restaurante de la terminal con nuevos concesionarios. Por lo que el edificio municipal se encuentra plenamente operativo con las restricciones que la situación epidemiológica amerita.
“Momentos muy difíciles”
Fueron más de 80 días de terminal y plataformas vacías. El mismo tiempo en que Flavia Cantera permaneció en su casa mientras regía la fase de la cuarentena estricta para frenar la propagación del coronavirus. “Fueron momentos muy difíciles porque yo no tengo otros ingresos y los impuestos y el monotributo corren igual y hay que pagarlos”, sostuvo. Vivía de “los pocos ahorros que uno tiene y me ayudaba mi familia”. Estaba siempre “esperando que se reabra la actividad. Ahora falta que empiece a funcionar normalmente, algo que ya se visualiza”. Destacó como positivo del confinamiento que pudo disfrutar “un montonazo” de su hija Karen, que es estudiante universitaria. A sus padres les hacía los mandados y ahora puede visitarlos diariamente. “Estoy muy conforme”, se alegró.
