En estos momentos de convulsión política, la paz social se encuentra alterada, y aunque reiterativo suene, vale nuevamente repudiar y condenar toda acción de violencia cometida en un estado de derecho.
Ante los hechos acontecidos, me retrotraje a mi infancia y juventud, y recordé a quien fuera nuestro presidente Raúl Alfonsín, indiscutidamente mi referente político y considerado por muchos el padre de la democracia argentina.
Defensor incansable de las instituciones republicanas, las libertades públicas y la convivencia pacífica entre los hombres y los pueblos. De él aprendimos que la democracia es una fuerza movilizadora y que la violencia está inhabilitada para ser la forma permanente de manifestación del cambio.
Que la democracia implica elaboración y diálogo; y que el diálogo, para ser efectivo, debe ser un diálogo real que presupone el reconocimiento de que no tenemos toda la verdad, de que muchas veces habremos de equivocarnos.
El diálogo no es nunca la sumatoria de diversos monólogos sino que presupone una actitud creadora e imaginativa por parte de cada uno de los interlocutores.
La democracia aspira a la coexistencia de las diversas clases y actores sociales, de las diversas ideologías y de diferentes concepciones de la vida. Es pluralista, lo que presupone la aceptación de un sistema que deja espacio a cada uno de los actores y a la transformación progresiva de la sociedad.
Creo que vamos a coincidir en que los argentinos queremos una democracia, dinámica, plena de participación y movilización popular, en un marco bien definido, que garantice los derechos y libertades.
Debemos emplear la sensatez, los métodos correctos y los sanos principios para vivir en libertad, y esa libertad va a servir para construir, crear, producir, trabajar, reclamar justicia, sostener ideas, organizarse en defensa de los intereses y los derechos legítimos del pueblo. En definitiva, para vivir mejor.
Necesitamos reconciliarnos entre los argentinos, necesitamos orden, y el orden presupone el rechazo de toda violencia.
Alfonsín siempre nos decía: tenemos un método, que es la democracia.
Pero sin la conciencia de la unión nacional es difícil el sostenimiento de la democracia; y sin solidaridad, la democracia perderá sus verdaderos contenidos.
Vamos a salir adelante, con la fe y el empuje necesarios, porque tenemos sin duda los recursos, la voluntad y el coraje. Y sobre todo, porque en este empeño estamos todos unidos.
Muchas Gracias.
