En los últimos años asistimos a una reconfiguración de la política pampeana. Temas y posicionamientos que se daban por hecho, ya no lo son. Uno que quedó en evidencia en estos días ha sido el giro al pragmatismo de la UCR.
Editorial de Norberto G. Asquini
La idea de sumar a Juntos por el Cambio sectores que no estaban en esa coalición para fortalecer las chances frente al peronismo llevó a pensar en incorporar al condenado ex intendente de Santa Rosa Juan Carlos Tierno. Algún precandidato a gobernador hizo sondeos, hubo expresiones de deseos que no representan a la mayoría, es cierto, y posiblemente ese paso no se de, pero la normalidad con la que se tomó esa posibilidad en las filas radicales habla de un cambio de mentalidad.
Ese paso está directamente relacionado al escenario abierto en 2021 y el triunfo de JxC en La Pampa. La habilitación a listas cruzadas y la posibilidad de competirle al PJ de igual a igual hizo que se empezara a pensar en un armado lo más amplio posible para llegar a un triunfo. Empezó en las filas radicales con una mayor unidad con el PRO.
También se puede pensar que es fruto de la derechización de la política argentina en la última década, que se puede advertir en cualquier encuesta de las que se difunden, y que ha llevado a la aparición de perfiles extremos y hasta violentos.
Pero esto va más allá. Es parte de una estrategia electoral para enfrentar al peronismo con alguna chance. Para eso, entienden, en las ejecutivas de mayo de 2023 tiene que haber solo dos listas en el cuarto oscuro para pelearle al PJ voto a voto. Y para eso sería conveniente sumar a todas las fuerzas que estén dando vuelta.
Los dos delegados de la Convención están autorizados a hablar con el socialismo, hoy sin representación institucional. Se puede sumar lo que quedó del diezmado Pueblo Nuevo y hasta los que siguen a Milei, que son ex PRO.
El tema caliente es Tierno, porque marca un límite. La idea de sumarlo es impulsada por algunos dirigentes provinciales, pero no es unánime, tiene demasiadas resistencias. Divide posturas entre los si y los no tajantes. Porque si bien sería necesario para fortalecer las posibilidades de JxC, significa más dolores de cabeza que ventajas. El PRO y sectores del radicalismo ya advirtieron lo que significaría tenerlo adentro. Un dirigente que fue condenado por abuso de poder y con un perfil autocrático por su falta de apego a los valores democrático, conflictivo hasta con un gobernador como Carlos Verna que tuvo que echarlo dos veces cuando fue uno de sus ministros, y un mal socio al que nunca le duran las alianzas que se fracturan enseguida, porque le da prioridad a su “Pyme política”.
Más allá de todas estas contras, para algunos sectores del radicalismo su incorporación significa abandonar convicciones, como la defensa de la institucionalidad y los valores republicanos.
El pragmatismo, una condición por la que se criticaba al peronismo y después al PRO, ahora comenzó a tener su espacio en el radicalismo. Ya nadie se asusta si un intendente de la UCR dice públicamente que admira a un ex gobernador peronista o un dirigente radical sale a hacer campaña con el PRO. Lo que prevalece en muchos es la idea de juntar todo lo posible para enfrentar al peronismo sin importar doctrina, proyecto político o plataforma que unifique. Cuando la idea es ganar, toda estrategia parece buena.
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