Grave advertencia de la UBA: "El desmantelamiento del INTA y el INASE pone en riesgo la seguridad alimentaria del país"
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La decana de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, Adriana Rodríguez, lanzó una severa advertencia sobre las consecuencias que podrían desencadenar los recortes presupuestarios y la reestructuración de organismos clave del sistema agropecuario argentino, impulsados por el Gobierno nacional. Según alertó, las medidas “van a tener consecuencias catastróficas” en la producción, la biodiversidad y la seguridad alimentaria del país.

En declaraciones públicas y en diálogo con la prensa, Rodríguez criticó duramente la posible disolución del Instituto Nacional de Semillas (INASE) y la pérdida de institucionalidad en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), dos pilares fundamentales para la calidad y el desarrollo de la producción agropecuaria nacional.
“Sin el INASE nadie garantiza que una semilla tenga el poder germinativo, la pureza y la calidad que se declara. Se pone en riesgo toda la cadena productiva”, remarcó la decana.
Una advertencia con nombre y apellido: INASE e INTA
La funcionaria universitaria explicó que el INASE cumple un rol esencial en el cumplimiento de la Ley de Semillas y en la certificación de la calidad técnica y sanitaria del material vegetal que se siembra en el país. Además, este organismo garantiza el registro e inspección de nuevas variedades, resguardando estándares fitosanitarios cruciales tanto para el consumo interno como para las exportaciones.
Rodríguez aclaró que los argumentos fiscales para su cierre no se sostienen: “El INASE es autosustentable. Genera ingresos propios por los servicios que presta, las inscripciones y las multas. Incluso tiene excedentes. Es falso que se lo cierra por déficit”, aseveró.
Por otro lado, también apuntó contra la reestructuración del INTA, denunciando que el Gobierno eliminó del directorio a representantes de las universidades y de entidades agrarias, concentrando el poder de decisión en el Ejecutivo nacional. Esta medida —consideró— reduce el diálogo federal, rompe la lógica territorial del organismo y debilita su capacidad de asistencia técnica, especialmente a pequeños y medianos productores.
“El INTA AMBA fue directamente eliminado, pese a que su trabajo con los cinturones verdes del conurbano abastece diariamente a millones de argentinos. ¿Quién se va a hacer cargo de esa producción?”, cuestionó Rodríguez.
La biodiversidad, también en peligro
Otro punto crítico es el posible desmantelamiento de los bancos de semillas que dependen del INTA, del INASE y de las universidades. Estos bancos conservan material genético fundamental para responder a emergencias como sequías, plagas o inundaciones. Su pérdida dejaría al país indefenso ante los efectos del cambio climático, advirtió la especialista.
“Estos bancos son una herramienta de resiliencia ambiental. Son el seguro biológico de la Argentina”, señaló.
Un daño que puede ser irreversible
La decana no ocultó su preocupación por la fuga de talentos científicos: “Estamos perdiendo investigadores formados durante más de una década. Muchos están siendo absorbidos por el sector privado o directamente emigran. Es un daño que no se recupera en el corto plazo”.
Además, advirtió que estas políticas evidencian “un alto grado de desconocimiento sobre el funcionamiento del sistema agropecuario argentino” y que responden a un sesgo ideológico que subestima el valor estratégico de estas instituciones.
Seguridad alimentaria y exportaciones en riesgo
El cierre o debilitamiento de estos organismos, según Rodríguez, no solo comprometería la calidad de los alimentos que llegan a las mesas de los argentinos, sino que también afectaría gravemente la capacidad exportadora del país.
“Estas decisiones no solo son erradas. Pueden ser irreversibles. Estamos afectando la posibilidad de generar divisas y de alimentar a nuestra población con productos sanos y seguros”, concluyó.
La voz de la decana se suma a un coro de advertencias que en los últimos meses han surgido desde distintos sectores académicos, productivos y científicos. Con esta nueva alarma, se vuelve a poner sobre la mesa el valor estratégico de las instituciones que —desde hace décadas— sostienen la productividad, la sustentabilidad y el desarrollo del campo argentino.