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Foto del escritorFernando “Catuto” Ojeda

Carlos Navarro, gomero de Winifreda

GOMERÍA PAMPA MAR: UNA ESQUINA MÍTICA DE WINIFREDA.

- CRONISTA: Fernando “Catuto” Ojeda -

Carlos Navarro, o Carlitos para nosotros los winifredenses, es uno de los gomeros del pueblo, un clásico, su gomería es un lugar crucial en la memoria de los winifredenses. La gomería se llama Pampa Mar y se encuentra desde sus inicios a metros del Campo de deportes Miguel Eloy Baldovino, del Club y Social Deportivo Winifreda.


Carlos Navarro nació el 7 de abril de 1953 en Winifreda, es hijo de Manuela Sanso y Pedro Navarro, tuvo un hermano llamado Atilio y tiene una hermana llamada Silvia. Carlos está casado con María Rosa Cornelís, juntos tuvieron 4 hijas y un hijo. Sonia, Soraya, Cintia, Cecilia y Carlos. Carlos y María Rosa tienen 11 nietos.



LOS PRIMEROS AÑOS

_Yo empecé con Senestro, ahora no tengo idea como fue que empecé, porque fue todo de casualidad, porque nosotros no nos movíamos mucho de la cercanía de la casa. Y esa gomería estaba a 5 o 6 cuadras de nuestra casa, como llegué ahí no te se explicar. Sé que a los 11 años llegué ahí y me enseñaron el oficio. El primer tiempo me daban propina y yo no me quejaba, así que iba y aprendía, y bueno lo tomé como un oficio para toda la vida.


Carlos nos aclara que el gomero qué le enseñó el oficio es Esteban Senestro, padre de Claudio Senestro y Ariel Senestro. _También estaba en esa gomería el hermano de Esteban, Guillermo Senestro, esta gomería se encontraba a la par del taller del rubio Berger.


Carlos estuvo con los Senestro en la gomería desde los 11 años hasta los 13 años, mientras aprendía el oficio Carlos también iba a la escuela. A los 13 años fue a la escuela industrial, las clásicas E.N.E.T (Escuela Nacional de Educación Técnica). Sin embargo Carlos desistió de continuar en la E.N.E.T. porque no fue de su agrado. Así fue que volvió al pueblo (Winifreda) entró de nuevo en la gomería de los hermanos Senestro.


_Ahí estuve hasta los 16 años más o menos, después de ahí nos mudamos al lado de lo Tomas Jañez, Guillermo se volvió a Montenievas porque era de Montenievas, y yo quedé con Esteban. Ahí trabajé casi hasta los 17 años. Después me vinieron a buscar de una gomería grande que había en Santa Rosa, la firma era Ferrero y Sabaidini, me fui para allá. Ahí estuve un año justito, de agosto a agosto. Pedí la renuncia y salí. Volví a Winifreda y con la ayuda de mis viejos armé el local, compre herramientas, acá enfrente, en la calle Sarmiento (ese local estaba al lado de su casa y de la casa de la familia Ojeda de Pancho Ojeda y Guillermina Bustos).



Ese local lo armamos con mi viejo, todo financiado porque plata había poca, había que pagar las cuotas, así que yo abría y hacía changas después de comer. Eso fue más o menos por el ’71. Después me fui a hacer la colimba y reabrí la gomería cuando volví en Septiembre del ’74. Y desde ahí continúe con mucho esfuerzo hasta que pude comprar el terreno donde estoy ahora, y siempre les agradezco al Aníbal Bonkovki y al Oscar, que me salieron de garantía, ellos nunca tuvieron problema en ayudarme como garantía, por ahí yo me atrasaba y ellos estaban. Acá donde ahora estoy me vine en el ’82.



LA ESQUINA DE SARMIENTO Y ALSINA

PAMPA MAR o la gomería del Carlitos Navarro, frente al Campo de deportes Miguel Eloy Baldovino del Club y Social Deportivo Winifreda.


_Yo le puse el nombre Pampa Mar a la gomería, porque yo hice el servicio militar en Mar del Plata. Con un cabo primero, y un cabo principal que era mecánico, trabajamos juntos, yo llevaba los chicos a la escuela porque era chofer, y preparaba los micros para salir, los limpiábamos, así que me habían ofertado que me quedase con ellos a trabajar. En la avenida Constitución había un galpón, y me dijeron que me quede con ellos, yo me encargaba de la gomería y ellos de la mecánica, inclusive había estado con un hombre que era de La Pampa, tenía una gomería a la par de las vías que también me había ofrecido trabajar con él, me dijo venite si te va mal en lo tuyo que yo te ocupo, así que tenía trabajo en Mar del Plata. Entonces les dije, bueno yo primero me voy a La Pampa, y pruebo, si mejora el asunto me quedo y sino vuelvo a Mar del Plata. Así que por eso le puse Pampa Mar a la gomería.


Será cierto entonces lo que rezan los versos de Nervi cuando sostienen “La Pampa es un viejo mar…”.


Carlitos Navarro nos cuenta que tuvo muchas ofertas, de varias partes del país, de Córdoba, de Mendoza, del Sur, en algunos lugares como socio, en otros como encargado. De la ciudad de Santa Rosa, donde ya había estado, lo esperaba un puesto de encargado; sin embargo Carlitos Navarro eligió quedarse en su pueblo con su gomería Pampa Mar, en su Winifreda donde siempre se sintió bien. Es decir que desde 1982, hace 39 años que Pampa Mar está en la esquina de Alsina y Sarmiento.

Carlos además de atender los rodados de autos y camionetas, ya no atiende tractores o maquinaria, anexó desde hace años la atención del rodado de bicicletas. Carlos además toma como una tarea recreativa la huerta y la cría de gallinas.

_Es un hobby que siempre me gustó, son preocupaciones que uno tiene para la mañana temprano cuando hay poco movimiento, o los Domingos que hay poco movimiento, entonces me dedico un poco a la huerta, a las gallinas, un poco a todo.



Una anécdota, una historia que no olvida.

_Si hay algo que me marcó y no me olvido más es cuando yo estaba en Mar del Plata, cumpliendo con el servicio militar, y llegó el presidente de la República, Juan Domingo Perón (1974). Yo estaba durmiendo, y sentía un barullo en el hangar, porque nosotros con el Norberto García dormíamos en el hangar, éramos choferes los dos y por eso dormíamos en el hangar. Así que ese día yo escuché ese barullo y renegaba porque había mucho ruido afuera, y no estábamos ni enterados que llegaba el presidente, estaba durmiendo y viene un cabo primero y me despierta, serían las 9 de la mañana de un Domingo, y entonces digo ‘Ni que viniera Perón por los ruidos que hay acá delante’, y resulta que cuando espiamos por los portones del hangar con el cabo primero ¿quién estaba bajando del avión presidencial? el general Perón. Así que ahí lo conocí, después siguió llegando. Después me pusieron con un carro de asalto que teníamos en la base de guardia, sabía andar con el Ricardo Schiebelbein, y le hacíamos la guardia abajo del ala, con cuidado que no nos agarrara la turbina. Le hacíamos la guardia porque se llenaba de gente, porque el General Perón llegaba casi todos los Domingos de Buenos Aires a Mar del Plata. No tuve la oportunidad de saludarlo. Solo en una oportunidad tuvimos que recibir a Isabelita, y me asusté porque yo estaba ahí de metido, había un amigo que tenía que poner la escalerilla, era Raúl Ponce de General Acha y él tenía que poner la escalerilla y lo habían mandado solo porque no la querían a Isabelita, entonces le digo a Raúl ¿quién te va a ayudar? “Nadie, si me mandaron solo” me dice, entonces me ofrecí a ayudarle, cuando paró el Helicóptero con la presidenta Isabelita, fuimos rápido a ubicarle la escalerilla, cuando baja se saca el guante para saludar, y yo me asusté y en lugar de darle la mano, me puse en saludo de venia. Me asusté porque el comodoro que teníamos en la base no tenía buena relación ni con Perón ni con Isabelita, entonces pensé si yo me hago el loco en saludar y darle la mano, capaz me dejan para la última baja. Pero yo estaba dispuesto a salir en la primer baja, y lo logré. Lo logre por el trabajo que yo hacía con los chicos y todo eso.


Carlitos Navarro sigue luego de 39 años con su gomería Pampa Mar abierta en la mítica esquina de las calles Sarmiento y Alsina. Pasa su tiempo entre la gomería y su otra tarea que es atender las gallinas y la huerta. Cuando terminamos esta charla eran las 8 de la mañana y ya comenzaban a llegar los clientes de Pampa Mar. Cada tanto recibe la visita de sus nietos y nietas, ahora un poco diezmadas las visitas en este último año y medio debido a la pandemia de covid-19 que nos ha afectado a todos. Pero en frente de su casa y de la gomería ahora hay un nieto pequeño de tan solo algunos meses llamado Iñaki, hijo de Cecilia y Diego, quien le cambia la rutina de sus días laboriosos.



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