Alberto Russmann es cantautor desde hace años, hoy sigue con su canto y su guitarra puertas adentro. Es trabajador municipal, fue trabajador en su quinta familiar, trabajó en algunos campos de la zona, hoy también afila cuchillos. Alberto Russmann, con Fabiana Gabellota, su mujer, tienen una hija llamada Maira (23 años) y Leo (18 años).
cronista: Fernando “Catuto” Ojeda
mail: fernandocatuto@gmail.com
_Yo la música la llevo desde chico en el corazón, creo que nací con ese don. Con mi hermano Eduardo desde chicos cantábamos, teníamos un bombo chico que nos habían traído los reyes. Cantábamos todos temas de “Los Fronterizos”, de “Las voces de Huayra”. Mi hermano Eduardo ya falleció, él era 11 años mayor que yo. Desde chico yo tenía una predisposición a la actuación, en la escuela yo siempre participaba de los actos, de las actuaciones, para el 25 de mayo y cada vez que había actos yo participaba. Ahí yo decía, recitaba poemas o cantaba. La Maestra cuando yo terminé séptimo grado quería que yo siguiera estudiando. La cosa que le dije que no iba a seguir porque yo quería ayudarle a mi papá en la quinta porque yo veía que mi viejo ya no podía seguir, y además con el trabajo en la quinta yo sabía que me iba a comprar una guitarra. La maestra, María Angélica de Moslare, me insistió en que siguiera estudiando, porque me veía condiciones para que siguiera estudiando pero yo no seguí.
Alberto fue a “La escuelita de García” (Establecimiento Educativo Escuela N° 225). Alberto -como él dijo- no siguió estudiando sino que se dedicó a sus tareas de estar a cargo de la Quinta de su familia.
_En aquel tiempo se criaban muchos pavos, a eso me dediqué y a todos los quehaceres de la quinta, porque los viejos ya estaban grandes. Mi hermano más grande ya estaba casado así que me quedé en la quinta con mi madre y mi padre. Tanto fue así que un día le dije “Mamá quiero una guitarra, cuando podrá ser que me la compren”. Entonces mi madre me dijo que cuando vendiéramos unos pavos me iba a poder comprar la guitarra. Así fue. Se vendieron unos buenos pavos, y con el dinero que sacamos por la venta de esos pavos me pude ir a Santa Rosa y fui a El Matrero, no sé si seguirá estando pero ahí fue donde la compré. Esto fue en 1972, todavía tengo la guitarra. Que guitarra buena, por donde no anduvo (risas). El tema fue, ¿quién me enseña? Lo fui a “El Nenote” para ver si me enseñaba. Y “El Nenote” dijo ‘no, yo no quiero enseñar más porque los chicos vienen una vez y después no vuelven’, la cosa que estaba mi primo conmigo y le dice mi primo ‘enseñale unos tonos a este así arranca…’. Entonces “El Nenote’ me dijo que vaya y fui. Así fue que me enseñó a templar la guitarra. Para la tercera vez que fui ya rumbeaba Zamba de mi esperanza, entonces él se quedó admirado de las ganas que tenía yo de aprehender, así seguí. Fui aprendiendo sólo digamos, con los tonos básicos que él me enseñó, y después con el paso del tiempo, de los años, yo tocaba en las fiestas familiares, en los asados con amigos…
Allá por el año ’90 se hace el cierre cultural en la plaza de nuestro pueblo, entonces viene a hablarme “El Negrito” Puegher, me dice ‘Alberto prepárate dos o tres temitas, yo te voy a presentar si vos lo que haces es lindo’. Ahí fui. Salí a escena con un vals llamado “Adoración”, no sabés como me aplaudió la gente, y a mí me temblaban las piernas (risas). La plaza en estos actos antes se llenaba. Venían incluso cantores de pueblos vecinos a compartir el cierre cultural. Después salí con “La Moto colorada” y fue una explosión, la gente se paraba, aplaudía, pedía otra, y cante algunas más. Desde ahí me enganché, me gustaba tanto.
Alberto continua con su memoria, nos narra, guarda silencios como quien cuenta alrededor de un fogón, donde el cimarrón circula entre los paisanos que escuchan sus historias, hace pausas convida el cimarrón, este cronista escuchar.
_Una vez “El Gallego” García me invita a tocar a su boliche, yo en aquel entonces tenía un 4L, pasé por la vieja estación de servicio Shell, la que estaba frente a Brendle, que al lado estaba Brandemann, ¿te acordás? Bueno, estaba ese día “El Pelado” Córdoba y le digo ‘llename el tanque’, cosa que nunca llenaba el tanque. La cosa que fuimos a lo del Gallego, cantamos, comimos un asado, la pasamos re bien, volví de madrugada a mi casa. Al otro día cuando voy a salir, veo y no me marcaba nada de nafta. Lo pongo en contacto y nada. Me dijo en la boca del tanque y estaba todo chorreado de nafta. Ahí estaba la cuestión, me habían afanado la nafta (risas). Así que de ahí salió la canción “Y me afanaron la nafta”-Alberto vuelve a reír-.
Después vinieron las peñas, yo iba a cantar gracias al Negro Puegher, el hizo mucho por todos nosotros, siempre nos hizo un lugar. El Negro estaba en El Trío Canto, a donde iba el Trío Canto ellos me llevaban, me invitaban a salir con ellos. Fue una época muy linda para todos nosotros.
Cierta vez viene Nelson Schall de Mar del Plata, creo que en esa época trabajaba por aquellos lados. Ellos se juntan a comer, se comen un locro, al otro día cuando nos juntamos me dicen que se habían olvidado de invitarme. Entonces les digo no se hagan problema, ahí salió otra milonga “Al locro no me invitaron” (risas). Todo eso lo pude grabar en su momento, yo no lo tenía más, se me habían perdido las grabaciones, pero un día Badini me pasó lo que él tiene guardado. Ahí recuperé muchas canciones. Ahora te digo, había necesidad de reírse, y creo que mis canciones tenían esa cuota de humor que la gente quería y le gustaba, creo que eso fue lo pasó conmigo y las cosas que yo cantaba-contaba.
_Alberto hace otra pausa, se levanta y va a ensillar el mate, calienta de nuevo el agua y vuelve con su relato.
_Para los 80 años de Winifreda la gente me pedía que escribiera algo, una vez estábamos acá en el taller de Fridel, estaba el Flaco Naab, yo no sabía por dónde arrancar con el tema de los 80 años de Winifreda, entonces el Flaco me dice y habla algo de mi camión, ponele que le saltan los cambios, que la Chica tiene que apretar un botón porque se le apagan las luces, risas y ahí salió otra milonga, esa canción se llama “Homenaje a un camión”.
Recuerdo que en esa fiesta estaban las autoridades de la provincia, estaba en esa época Salvetti como Intendente, se descostillaban de risa.
Con el paso del tiempo todo eso cambió. Por un lado yo ya no tenía tanto tiempo para dedicarme a la guitarra. Cuando tenés chicos los tiempos de creación y re creación se achican. Cambió la música, entró a música más nueva y yo estaba al margen de todo eso, y me parecía que lo que hacía yo…bueno yo empecé a dejar, no sé si lo que vino es bueno o malo pero yo ahí empecé a dejar.
_¿Decime Alberto y actualmente agarrás la guitarra?
_No, debe hacer por lo menos como dos años que no agarro la guitarra. El trabajo, los tiempos, los dedos se ponen duros.
_Alberto con todo lo que ya me venís contando creo que tenés que volver, además para todos los que te hemos podido escuchar alguna vez siendo niños sería lindo que vuelvas a tocar y cantar tus canciones.
_Y tal vez. Yo escribí alrededor de una veintena de temas, de canciones. Ahora lo que más grande pude escribir, para mí, fue sobre las Malvinas, porque fue algo viste. En aquel entonces la hice a la misma edad que los chicos que les tocó ir, y eso a mí me quedó en el corazón. Pasaron dos o tres años y siempre estaba pensando en esa canción, como hilvanar, entonces un día me puse y la pude hacer. A mí me gustaría que se difunda, no porque yo la escribí, sino porque fue algo que nos pegó mucho a todos los que sentimos la patria, y los chicos que no están. La canción la llamé “A los héroes de las Malvinas”.
_Alberto ahora que estamos hablando de tus canciones, contanos un poco la historia de “La moto colorada”
_Bueno, mirá yo siempre la canté pero es de un paisano de Pigue, de la provincia de Buenos Aires, llamado Roberto Rodríguez. Yo la escuché en la radio, la pasaban seguido. La cosa que la copié y así la saqué después en la guitarra, así hice con un montón de canciones.
_Decime Alberto a quienes tenés como referentes musicales, cantores….
_Yo siempre fui medio milonguero, Larralde fue un ídolo para mí, lo más grande. Después Argentino Luna, Alberto Merlo, Víctor Velásquez, son cantores que creo que van a perdurar por encima de los tiempos. Larralde todavía sigue acá entre nosotros. La letra que han hecho y la trayectoria que tienen…
Zitarrosa, Osiris Rodríguez Castillo dos grandes del Uruguay…otro que siempre me gustó fue “El Turco” Cafrune, Eduardo Falú, Atahualpa Yupanqui, de estos dos últimos tengo que decir que fueron dos genios, para mí la guitarra mayor de argentina fue Eduardo Falú, Dávalos, las nuevas generaciones siguen haciendo las grandes canciones que ellos crearon, la hacen con sus nuevas formas, yo me hice escuchándolos a ellos…
Hoy mucho de lo queremos escuchar lo buscamos en el YouTube, antes teníamos solo la radio, a veces si podíamos cassettes o en el mejor de los casos los discos y cuando podíamos ir a verlos a ellos cuando venían por estos lados, leer yo leía la revista Folklore, en la quinta tengo pilas de esa revista. Yo leía mucho, a veces me quedaba dormido con la revista en la mano y la lámpara prendida. Dentro de los poetas pampeanos está “El Bardino” Julio Domínguez, Bustriazo Ortiz, después conozco al milonguero Pedro Cabal, con Don Pedro Cabal tuve la suerte de compartir, de estar en peñas en Mauricio Mayer, en Colonia Barón, acá en Winifreda también me parece que estuvo en aquel año ’90.
Alberto Russmann hoy trabaja en la municipal de Winifreda, es parte de la gran cuadrilla de municipales que día a día resuelven avatares y necesidades que tiene el pueblo. Su quinta debió dejarla en manos de otras personas que pudieran trabajarla.
_Ahora soy un trabajador municipal, hasta el año 2014 estuve en la quinta. Aquel año las cosas empezaron a fallar, no tenía muchos recursos, cuando uno tiene poca tierra cuesta encontrar quien te are y siembre, fue un año malo, pasó una piedra que no dejó nada, después más adelante pasó otra piedra con viento y yo ahí es como que me caí viste…y el cuerpo ya no estaba como para tironear con los chanchos…Ahí es cuando decidí alquilarla, y empecé a trabajar en changas, hacía trabajo rurales, hasta que entré a trabajar con Oscar Rainhart, ahí estuve como dos años y pico. Después entré en la municipalidad, perdón antes trabaje un tiempo con Morell, con el que tiene máquinas para sembrar, para mí fue una linda experiencia porque conocí mucho de la provincia de Buenos Aires, después de ese trabajo si entré en la municipalidad.
_Alberto, decime además de tocar la criolla ¿has podido tocar alguna vez la guitarra eléctrica?
_Si alguna que otra vez supe tocar la eléctrica, supe tocar la guitarra eléctrica del “Gato” Stark que es mi primo, el alguna que otra vez se tuvo que ir a Córdoba y yo llegué a acompañar a “Los Príncipes”…
_Mira vos, así que alguna vez fuiste un Príncipe también…
_Si también (risas)
“Los Príncipes” fue un conjunto musical popular de nuestro pueblo, conformado por José Kloster, “Gato” Stark, Fabián Berger en teclados, y a veces se sumaba Jordán.
_Decime Alberto y de las dos guitarras ¿cuál preferís, la criolla o la eléctrica?
_La criolla, soy milonguero de alma…
Alberto busca su guitarra, la mira, y hacemos una pausa en la charla para escuchar algunas de sus canciones.
_Bueno vamos a hacer algunas canciones, pido disculpas si por ahí me equivoco, hace mucho que no toco, “A los héroes de las Malvinas”, esta canción la hago con un acompañamiento que tomé de Eduardo Falú, igual estoy re lejos de lo que hizo Falú, él fue un maestro…
Alberto terminó de interpretar su canción a los soldados de Malvinas, hace un silencio, la tarde se tornó en noche…
_Bueno ahora vamos a hacer “A mi fiel amigo Paco” (una canción que le hice a un perro que tuve)…
_Muy lindo todo esto que ahora vuelvo a escuchar a través tuyo Alberto, nosotros crecimos con ustedes tocando y cantando en la plaza, o en las peñas, como bien vos dijiste antes, primero fueron ustedes en los boliches como el del Gallego García o por ahí en lo del Gaspar, después llegaron las peñas, pero ustedes eran quienes nosotros veíamos en el escenario, vos, Fausto Galván, el Trío Canto, y tantos…
_Yo lo que te puedo decir es que “El Negro” Puegher nos agarró de la mano a todos, porque el subía al escenario y es como que estabas seguro de lo que ibas a hacer. Él tenía una facilidad de palabras viste que te daba confianza, y nosotros estábamos tranquilos. Fue muy generoso, y además su forma de presentar, de hablar, era especial. Él era el conductor de todas las peñas. Él tuvo un gran maestro, él se hizo con Nicasio Rodríguez.
Vamos a armar otros mates…
Alberto prepara otros mates, sale el tema del tango y sus intérpretes, rescata a Julio Sosa, a Gardel, a Troilo, a Magaldi…
_Alberto pensando en la guitarra, en el bombo, en la música ¿qué podes decir, que le podes decir a los que recién empiezan o a los jóvenes que aún no se han percatado de ella?
_Creo que toda la música es buena, más allá de que por ahí uno por ahí escucha música que no dice nada, que por ahí sólo es repetición, pero siempre la música es alimento para el alma; así lo pienso, así lo siento. Quien se acerca a la música se acerca a la bonhomía de su ser, pero pasa sólo con la música, también ello pasa con el deporte, son las cosas más sanas del ser humano, por lo menos así lo pienso y siento. Más allá de que hay que estudiar, yo me doy cuenta que hoy quien no tiene estudio la vida le cuesta más, ni hablar de cómo vienen los tiempos y la tecnología ahora y dentro de unos años.
_Alberto más temprano al principio de la charla vi que afilabas cuchillos, como es dicha labor
_Si, mirá ahí tengo algunos ya listos, yo uso diferentes tipos de “flapper”, con el que se debe rebajar los cuchillos, se busca el filo, se debe asentar el filo, emparejarlo. Después tengo otra piedra fina que se usa para pulir, para que el cuchillo quede liso, es un trabajo artesanal que te lleva muchas horas, hay que trabajar los cuchillos con tiempo, con cuidado, no hay que calentarlos. Mi hermano, mi viejo han hecho una cantidad bárbara de cuchillos, y antes lo afilábamos de manera natural, todo a mano.
Alberto hace una pausa y de una pared descuelga un cuchillo, o más bien una pequeña Daga hecha por su hermano, la Daga en cuestión también tienen una vaina de cuero realizada por su hermano.
Alberto tuvo por padre a Pedro Russmann y su madre se llamó Margarita Kasper.
_Alberto ahora que nos nombraste a tu papá y a tu mamá, nombranos de manera ordenada a tus hermanos-as…
_La mayor fue Celia, que estuvo casada con Komrovsky, después siguió Eduardo, y yo el menor, que llegué 11 años después de mi hermano Eduardo, Celia me llevaba 16 años. Por eso siendo el menor elegí quedarme con mis viejos en la quinta. Mi viejo hizo de todo en su vida, fue albañil, herrero, molinero, pocero, amansaba caballos, laburaba con el arado de rejas…
_Alberto volvemos sobre tu guitarra y tu gusto por la música, ¿a tus hijos les pudiste transmitir dicho gusto?
_Cuando eran chicos cantaban conmigo, una canción que canta Cafrune llamada “Canción de verano y remo”, ahora te la canto…
Alberto tras cantarnos esta canción que nos aclaró la autoría es del uruguayo Aníbal Sampayo, nos despidió con su canción “A mi fiel amigo Paco”.
Alberto Russmann es de los cantores populares que han dejado huella musical y cultural en nuestro pueblo, y como él dijo no deberíamos olvidar que “la música es alimento para el alma” y que un mundo mejor se logra cuando los seremos humanos sintonizan con la música y el deporte.