El presupuesto del año que viene lo obliga a hacer “malabares”, advirtió Mariano Alende, secretario general de APINTA. Trabajadores y trabajadoras del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) asisten con inquietud a un proyecto de presupuesto que desfinancia aun más al organismo de investigación.
El secretario general del gremio, Mariano Alende, dijo que “la situación del INTA es durísima, hay un absoluto desfinanciamiento. Y las perspectivas del presupuesto son increíblemente peores, son una condena para el Instituto”, definió sin medias tintas.
Señaló que “estamos en un momento de absoluto desfinanciamiento, con enormes dificultades para cumplir con los requerimientos más elementales de funcionamiento del INTA. En esto me refiero al pago de los servicios como luz, gas, provisión de agua potable, combustible para los vehículos, en particular para el colectivo que diariamente lleva y trae al personal desde Santa Rosa hasta Anguil”, enumeró.
Añadió que INTA Anguil “hoy ya ha ejecutado la totalidad del presupuesto que tenía asignada para el año, y lo que queda por delante es una situación extremadamente angustiante”.
“Hoy estamos haciendo malabares para intentar cumplir con las funciones más elementales, ni hablemos de las funciones cruciales que tiene el INTA que es financiar investigación, financiar extensión, financiar todos los mecanismos que tiene para llegar al productor agropecuario, a la familia agropecuaria y a todo el estrato de la sociedad en general”, abundó el secretario general.
Alende advirtió ante periodistas de El Diario sobre más incertidumbres: “Uno imagina en estos escenarios dramáticos que en algún momento va a venir el alivio pero en realidad el presupuesto 2019 es directamente una condena para el Instituto, tal cual ha sido elevado por el ejecutivo el presupuesto prevé una reducción en términos nominales, es decir en pesos, de entre 20 y 25% para los incisos fundamentales de funcionamiento. Es decir, para lo que hace que el INTA cumpla con sus funciones. Nosotros lo venimos denunciando, es un ajuste brutal”.
Dijo por las dudas que “bajo ningún punto de vista vamos a aceptar destinos, pero en este escenario de ahogo presupuestario aparecen fantasmas y temores”.
Al describir el estado actual del INTA, explicó que lo que se percibe es que “el organismo ingresa en estado de parálisis, ya no hay recursos para trabajar y entonces empieza la presión sobre la gente. Tenemos señales preocupantes”.
“Nunca nos tocó vivir esto. La mayoría de los profesionales jamás vivieron una situación así. Por el contrario, somos parte de la generación que vio renacer al INTA de las cenizas”, indicó.
Contrapuso con lo que sienten “los compañeros que atravesaron la dolorosa experiencia de los ’90, que nos dicen que esto es exactamente igual, incertidumbre, ajuste, la amenaza de la reducción de personal”. El Diario
