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  • Foto del escritorLa Pampa

Victor Hugo Mosman: Moldeador de maderas


Víctor sigue la tradición que iniciaron sus tíos en el año ’56 y desde Winifreda fabrica y vende distintos insumos rurales: tranqueras, mangas, básculas, corrales. También muebles para el hogar. La firma logró “el equilibrio entre lo artesanal y lo industrial”.

“Cuando era chiquito siempre me trepaba a la tranquera y comía galletitas. Mi mamá me decía que era como un castor, y de ahí quedó”, cuenta Víctor sobre el nombre que identifica a su carpintería. La minipyme encontró el origen en la inmigración de los alemanes del Volga que llegó a la provincia luego de la Segunda Guerra Mundial y que descubrió en Winifreda el lugar para criarse, trabajar y vivir.

“Mis tíos eran jornaleros, acarreaban leña en invierno y en verano trabajaban en la cosecha, una vida muy miserable la verdad. El mayor de ellos se las rebuscó y de a poco fue armando una herrería, con herramientas que armaba él mismo porque eran muy pobres. Juan era el herrero y Angel el carpintero, hacían tranqueras así que se animaron y empezaron con cargadores y otros implementos agrícolas. Eso fue en el ’56 y pasaron todos los sobrinos por ahí, todo hecho a mano en un tingladito. Y yo también pasé por ahí. Si quería tener algún pesito no quedaba otra”, recordó Víctor Hugo Mosman (49) acerca de los orígenes de lo que hoy es El Castor.

Un atractivo local sobre la calle San Martín invita a entrar a una empresa que en el ’90 quedó en manos de Víctor y que, desde entonces, se afianzó en la fabricación y venta de todo tipo de instalaciones agroganaderas.

Víctor le dio un vuelco al perfil que tenía la empresa: modificó las terminaciones, optimizó los mecanismos, reforzó aún más las estructuras de todos los productos, incorporó maquinaria pesada para la fabricación y amplió sus servicios ofreciendo la instalación de los productos en el campo, armado de corrales, instalación de básculas y pisos de mangas en concreto.

“Hacemos trabajos personalizados, las instalaciones ganaderas son lo más reforzado que se puede porque hoy hay toros de mil kilos. Y hay que frenarlos, así que trabajo con maderas macizas y duras como quebracho, curupay, urundel y lapacho. Ofrecemos cargadores, básculas, tranqueras, mangas, corrales, volteadores. Y se ofrece todo el servicio, porque no solo fabricamos sino que transportamos el producto y lo instalamos”.

Créditos.

Víctor aprendió todos los secretos del oficio con sus tíos cuando aún estaba en el secundario. Dos años en la Marina interrumpieron ese aprendizaje pero surgió la posibilidad de dedicarse a una ciencia poco común, la Oceanografía. “Yo quería estudiar esa carrera pero en aquel momento me dijeron que no había mucho futuro porque el único buque dedicado a la actividad, el Bahía Paraíso, se iba a hundir por falta de mantenimiento, y al tiempo eso pasó, así que ahí se pinchó mi aspiración y cuando volví estaba la posibilidad de la fábrica”.

El galpón donde hoy se hacen las tranqueras y otros productos vivía su ‘boom’ con el deporte de los ’90, el paddle, pero cuando la moda pasó, el lugar quedó vacío y Víctor vio ahí su lugar de crecimiento profesional.

“Siempre las grandes inversiones fueron con créditos. El galpón había quedado vacío así que me la jugué y con distintos préstamos fui mejorando las instalaciones e incorporando tecnología. La idea siempre es mejorar. Cuando cambié el camión para el transporte saqué un crédito del Banco de La Pampa y también me dieron otro en la Provincia, fue la oportunidad que tuve para tratar de crecer. Ahora cuando termino de cancelar un crédito, saco otro y lo destino a hacer stock de madera porque sino se complica demasiado. Por ejemplo ahora en Misiones está lloviendo mucho entonces la madera no llega, por eso voy comprando para tener y no depender de algo externo a mí”, explica.

El Castor está incluida desde la primera hora en el Compre Pampeano (“una herramienta muy valiosa que aporta buenos resultados”) y participa de las distintas exposiciones que se organizan en la provincia. “Mi idea siempre es darme a conocer y que la gente venga a Winifreda para ver lo que se ofrece. Esa es la apuesta”.

Muebles.

En distintos campos de la geografía pampeana se pueden encontrar instaladas las estructuras con el sello de Mosman, pero también en viviendas de familia donde los muebles que fabrica Víctor se destacan por su calidad y terminación.

“El campo tiene sus meses fuertes pero después la actividad decae, así que nos diversificamos hacia los muebles de hogar justamente para cubrir ese bache. Trabajamos en maderas laminadas o maciza, laqueada o de melamina. Tenemos más de 20 tipos de maderas y con ellas hacemos mesas, sillas, camas, cunas, sillones, placares, modulares con los distintos estilos. Pueden ser clásicos, modernos, rústicos, procesados o de diseño”.

La posibilidad de sumar tecnología le dio a El Castor el impulso necesario para optimizar y multiplicar la producción. “Hoy una manga de hasta 9 metros la hacemos en seis días, podemos hacer 11 tranqueras en un día y medio. Compré un compresor grande entonces todo el ajuste es automático y eso te la posibilidad de hacer hasta 100 tranqueras por mes. Y nosotros las trasladamos, las colocamos, tenemos el camión con grúa así que nos encargamos de todo el proceso”.

Mosman, además, tiene lo que denomina “una alianza estratégica” con Pedro Gvozd, el responsable de Misiones Maderas, de Santa Rosa. “Ellos tienen toda la tecnología y las posibilidades que yo no, entonces hacen las terminaciones y me ofrecen la posibilidad de mejorar mi producto. Para los carpinteros es una posibilidad muy buena y creo que se trata de eso, de tener la cabeza abierta y atenta para ver cómo un emprendedor puede aliarse o tener otras estrategias que sirvan para desarrollarse y mejorar en lo que uno ofrece”.

“Con los días contados”

Mosman se muestra preocupado por el futuro de su rubro pero no por una cuestión propia sino por algo que lo excede. “Tenemos un plazo, los días contados te diría, yo no sé si llego a los 65 con este trabajo porque al bosque nativo hay que protegerlo de alguna manera. Con la soja destrozan un montón de hectáreas en un día y la madera es como la pesca: si depredás lo terminás extinguiendo, por eso es urgente hacer una explotación consciente del recurso natural. En Misiones han devastado increíblemente, en Salta también, en otras provincias lo mismo. Un árbol de madera dura necesita entre 80 y 100 años para llegar a su punto justo, pero los cortan antes. Por eso en algún momento se va a terminar si no hay un cambio”.

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