Quienes tenemos la suerte de asistir a eventos a lo largo y ancho del país, e incluso en el extranjero, advertimos un horizonte claro de futuro y progreso en los bionegocios. Importantes empresas nacionales e internacionales, como así también alianzas de pequeños y medianos productores bajo algún formato legal de cooperación, están desarrollando toda una serie de inversiones en este sector, del cual lamentablemente aún nuestra querida provincia no es parte. Claramente venimos cinco o seis años atrasados en este aspecto. De las cinco plantas etanoleras del país, ninguna se ha radicado en La Pampa, y como sociedad debemos preguntarnos: ¿por qué ninguno de esos importantes proyectos de bienestar y progreso posó sus ojos aquí? Sin duda debe llamarnos a la reflexión y ver la manera de que cambiemos como sociedad esta coyuntura.
Quizás lo más preocupante es que no se ve que en el mediano plazo esta tendencia se revierta. Para provincias como la nuestra, donde la zona núcleo agrícola se encuentra a 400 kilómetros o más de los principales puertos (Rosario y Bahía Blanca), contar con industrias como las etanoleras y las de molienda seca o húmeda de maíz se ha tornado en una necesidad tan imperiosa que de no lograr avanzar en este aspecto veremos seriamente comprometido el futuro cercano de desarrollo de La Pampa.
En efecto, si bien contamos afortunadamente los pampeanos con molinos harineros, plantas de alimentos balanceados, pequeñas extrusoras de soja y algún desarrollo incipiente en materia de biodiésel y feed-lot, que son un gran ejemplo de agregado de valor y generan bienestar y progreso para muchos comprovincianos, nada ha podido hacer la actividad privada (y pública) para avanzar en cuestiones de bioetanol (base maíz, sorgo o incluso trigo) y energías limpias (a base de estiércol de feed-lot y/o biomasa). Claramente para encarar este tipo de proyectos se requiere contar con fuertes espaldas financieras, en general limitadas a grandes empresas.
La otra opción potable sería lograr de una vez por todas terminar con el individualismo del sector agrario, avanzando a sistemas de asociativismo y colaboración empresaria, mucho más allá de la empresa familiar.
Ya nos hemos referido en esta columna respecto de lo importante que sería contar con el apoyo y la iniciativa de la empresa petrolera provincial como facilitador y canal natural de cara a transformar la matriz productiva y energética de La Pampa. Tomando el protagonismo y el liderazgo como la herramienta vital para llevar adelante la creación de una gran empresa mixta (como lo fue en sus orígenes el Banco de La Pampa), moderna y exitosa, con una conducción profesional y no política, que llegara a ser en poco tiempo la empresa más grande de la provincia. Sin duda esto es una posibilidad latente, con sobrados ejemplos en la economía nacional actual si observamos regiones vecinas.
La República Argentina está volviendo a crecer, el corte de naftas con el doce por ciento de etanol funciona a pleno y se va a necesitar más aún aunque no se eleve el blend (corte). Todas las provincias vecinas han aprovechado este tren, sin embargo los pampeanos no hemos sido capaces de capitalizar semejante creación de valor. Tanto San Luis como Córdoba son verdaderos ejemplos de plantas etanoleras, ya sean estas con destino a biocombustibles u otros usos (medicina y bebidas). También han logrado desarrollar cadenas de valor en la molienda húmeda de maíz y generación de energías limpias con biomasa y purines (heces animales) en biodigestores que captan el gas producido para ser quemado en turbinas que producen electricidad. En este último ítem (generación de energías limpias), las cooperativas eléctricas también deben pensar en hacer su aporte a la sociedad, si queremos aumentar la creación de riquezas de La Pampa para que de una vez por todas se pueda fundar empleo privado de calidad, obteniendo los comprovincianos razonables expectativas de progreso y bienestar sin la necesidad de emigrar a otras provincias o incluso al exterior.
En resumen, la provincia de La Pampa tiene todo para crecer con el sector agrícola a la cabeza. Sin duda falta lograr dar el salto hacia la industrialización de alta escala, para lo cual debemos cambiar la manera de pensar y hacer las cosas, tanto el sector privado como el sector público en todos sus estamentos.
(*) Mariano Fava - Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) - Posgrado en Agronegocios y Alimentos - @MARIANOFAVLP - El Diario
