Niyo, un winifredense que supo de trabajos rurales, de las duras jornadas del horno de ladrillos y defensor de los colores del Deportivo Winifreda, e hincha de Boquita como él le dice.
Niyo es vecino desde los 8 años del Campo de Deportes Miguel Eloy Baldovino.
Cronista: Fernando “Catuto” Ojeda.
Juan Koller o simplemente “Niyo” para los winifredenses, nació el 10 de marzo de 1940, hoy tiene 81 años, nació en el hospital provincial Hospital Dr. Lucio Molas. Juan Koller y Susana Waiman fueron sus padres, tuvieron a una nutrida prole de niños y niñas que son parte de la historia de Winifreda, nuestro pueblo. Doce fueron los hijos e hijas que conformaron la familia de Juan y Susana. Paulina (la mayor), Anselmo, Bautista, Delia, Irma que ya fallecieron. Luego sigue Jorge que vive en la ciudad de General Pico, después sigue “Niyo” que vive en nuestro pueblo. Luego sigue Susana (que falleció), Laura que vive en la ciudad de General Pico, Los más chicos fueron Laurentino (El Colorado), Anita, y Elsira que también fallecieron.
Los Koller llegan a La Pampa, a la Espiga de Oro, venían de Púan, provincia de Buenos Aires.
La familia Koller vino al pueblo desde La Espiga de Oro (zona oeste rural del pueblo) en 1948, cuando “Niyo” tenía 8 años. Construyen su hogar frente al estadio Miguel Eloy Baldovino, sobre la calle Alsina, entre Sarmiento y Belgrano, a pocos metros de allí sobre la esquina de Sarmiento y Alsina hoy se ubica la gomería “Pampa Mar” de “Carlitos” Navarro.
“Niyo” transita esa esquina varias veces al día, ya que visita y pasa los días con Guillermina Bustos de Ojeda. Es que “Niyo” estuvo ligado al corazón de la familia de “Pancho” Ojeda y Guillermina, desde siempre. Quizás sea más justo decir desde el año 1958, cuando la familia Ojeda se vino a vivir al hogar que está ubicado en la calle Sarmiento, a la izquierda de la casa de la familia Navarro- Sanso, a metros de la calle Alsina. Es por eso que para todos nosotros (los nietos y nietas de Guillermina y Pancho) tomamos a “Niyo” como nuestro “Tío Niyo”.
Cuando la familia Koller vivía en “La Espiga de Oro” tenían unas hectáreas de tierras arrendadas destinadas a la agricultura y cría de animales.
_“El campito que tenían mis viejos en aquel entonces no era propio, eran campos fiscales, se pagaba un alquiler y se vivía en el campo. Mi viejo laburaba el campo, y mi mamá se dedicaba a criarnos a nosotros que éramos un montón. Mis hermanos más grandes trabajan con los vecinos como boyeros para cuidar animales y le pagaban un sueldo. Eran campos chicos, andarían en las 120 hectáreas, la verdad que la cantidad exacta no recuerdo. “La Espiga de oro” estaba como a unos 12 o 15 kilómetros, serían unas 2 leguas y media. En aquella época lo que más se sembraba era trigo, era lo principal. Después se solía sembrar algo de maíz, pero poco, y girasol se sembraba muy poco. Los que tenían campo grande sí, pero los que tenían campos chicos como nosotros sólo se sembraba trigo, y se criaban algunos animales como vacas, algunas ovejas, algún chancho, y mamá criaba gallinas y hacía huerta. Teníamos lechuga, acelga, sandía, zapallo que una vez que los cosechábamos lo guardábamos y teníamos para todo el invierno. Los zapallos se colocaban en un catre de alambre, que se colocaban arriba de una chata playa, y se los tapaba con paja para protegerlos de las heladas y así aguantaban todo el año.
LA INFANCIA
La casa frente a la cancha del Deportivo Winifreda
Desde 1948 que llegaron al pueblo la familia Koller se ubicó y construyó su casa, su hogar sobre la calle Alsina, frente a la cancha del Deportivo Winifreda. Niyo nos dejó saber algunas cosas de aquellos años, de su infancia.
_Yo y mis hermanos nos cruzábamos a jugar a la pelota, ahí pasábamos gran parte del día. Si me habrán agarrado de las orejas por ir a jugar a la pelota y romper las alpargatas. Nos juntábamos los chicos de Giménez, los Stremel, los Ramborger que venían de la quinta, los Bellendir, como el Oscar Bellendir, mis hermano Jorge, porque “El Colorado” era chico, con Jorge estábamos todos los días. La cancha tía solo dos hilos de alambre que no estaban a más de un metro, Y lo que rodeaba al predio era ligustro a toda la vuelta, siempre estaba bien podado, a la altura de un metro y medio, era muy lindo. El canchero en ese entonces era Jerónimo Holgado o sea Don Gómez que es como le decían. La cancha estaba de Oeste a Este. La cancha llegaba a ocupar hasta donde hoy está la cancha de fútbol 5.
La Escuela N° 104 Fredio Frediani
_Cuando nosotros llegamos al pueblo, yo tenía 8 años. Era 1948, ese año se inaugura el edificio nuevo de la escuela Frediani, la N° 104. Ahí empecé yo la escuela. La escuela primero funcionó sobre la avenida de la entrada del pueblo, y estaba más o menos donde hoy vive el Pato Martínez, más o menos ahí había estado primero. Cuando se inaugura el edificio nuevo Frediani era el director. Parada era vice director, mi primera maestra que tuve fue la Señorita Escabo pero no me acuerdo su nombre. En tercer grado tuve como maestra a la mamá del Basko Inchaurraga, que se llamaba Carmen Mendizábal. Las maestras eran buenas, en aquel entonces nosotros respetábamos mucho a las maestras, a los maestros. Eran una autoridad y por eso se las respetaba. Eran maestras, por algo tenían un título y así se las respetaba.
Mis compañeros eran “El Vaca” Belke, Juancito Waiman, Miguel Pascal, Chiquito Martín, Herminia Domke, Jorge “Valuca” Isa, y varios más. Los juegos que solíamos hacer en la escuela era por ejemplo “el perro y la liebre” con ese juego lo que pasaba es que se solían romper los guardapolvos, después en nuestras casas ligábamos nosotros (risas). El desayuno que se solía dar, era un sángueche de pan con dulce de membrillo. La escuela tenía 6 grados, pero había un Primero Superior, y después venía el primer grado, es decir que en definitiva eran igual 7 años.
Cuando yo empecé la escuela con 8 años, no sabía ni pedir agua en castellano. Porque en mi casa se hablaba alemán. Pero aprendí bien el castellano y no repetí ni un grado hasta sexto grado. Aprendí el castellano enseguida. Era un alumno regular, no era abanderado pero andaba bien. Además la educación con la que nos formaron era distinta. Uno se sentaba en el banco a estudiar. Otra cosa que no me olvido de la escuela es que solíamos compartir una galleta que llevaba “El Vaca” Belke (risas)-
Hablando de galletas, ¿Qué panaderías había por aquel entonces?
_Las panaderías que había por entonces eran Panadería “El Indio” de Dal Santo, que luego la tuvo la Familia Formiglia y que hoy es la que trabaja Oscar Rihl. Estaba la Panadería Núñez de José Núñez, el papá del Negro Héctor Núñez, y después había otra que era de un Baretta que estaba donde hoy está la estación de servicio de Nagore. Todas eran con horno a leña, en aquel entonces todo era a leña. Como la escuela que se calefaccionaba con estufas a leñas. Yo iba a ayudarle al portero de la escuela todas las tardes a limpiar y me acuerdo de las estufas, él era mi padrino de confirmación, se llamaba Juan Kloster. Antes que Kloster el portero era un abuelo de apellido Grosky.
Niyo egresó de la escuela en 1955, mientras tanto tuvo diversos trabajos, como diariero de un tal Martín, cuando llego a sexto grado trabajó en una tienda.
_Yo iba a la escuela a la mañana y a la tarde vendía los diarios que en ese tiempo llegaban los diarios de Buenos Aires en Tren, los días Martes y Jueves creo que es cuando llegaban los diarios. Clarín, La Prensa, todos esos diarios.
_ ¿Y venía el diario La Capital de Santa Rosa?
_ No en ese tiempo todavía que yo recuerde no llegaba el diario de Santa Rosa acá en el pueblo.
Que yo recuerde eran los diarios que llegaban de Buenos Aires. Y entonces yo salía a vender a la tarde porque a la mañana iba a la escuela. Yo vendía muchos diarios y también revistas.
Después también trabajé en la tienda de Jesús Rodríguez. Cuando termine la escuela me fui al campo a trabajar y ya trabajé en el campo hasta los 55- 60 años.
Uno de los primeros campos donde trabajé fue en el campo del Ricardo Domke, ahí estuve mucho tiempo. Después estuve trabajando de tractorista, de maquinista. Después estuve 12 años en lo de Santiago Wiggenhauser y Rapp, que fui a hacer una cosecha y me terminé quedando 12 años, no te puedo decir la cifra exacta pero más o menos fueron 12 años. Anterior a ellos fui a hacer una cosecha a lo Macaño y con los Macaño estuve 3 años.
También fui policía, estuve primero en Mauricio Mayer, renuncié porque en algún momento no me gustó seguir en dicho trabajo. Luego volví a entrar y estuve en infantería. Después pedí traslado a Chacharramendi, ahí estaba con el oficial Osvaldo Weiger. A veces no teníamos ni agua para tomar. Es una zona donde nunca llovía, venía entonces un camión regador de General Acha y así se llenaba el aljibe. Eran años malos, mucha sequía. Y no había comodidad para nada. Chacharramendi era chiquito. Una zona de mucho viento y con la seca entonces era viento y tierra. Después de Chacharramendi ya dejé de policía, volví al pueblo y laburé de nuevo en el campo.
_ ¿Niyo también trabajaste en el horno de ladrillos con el abuelo Pancho (Francisco Ojeda) no?
_Si en el verano trabajábamos en el horno. En el invierno no se trabajaba en el horno. Se arrancaba en octubre hasta el mes de marzo, más o menos a fines de marzo se cortaba. Porque si vos cortas el adobe de día y de noche viene una helada el adobe se hela y ya no sirve, se desgrana todo, la helada lo quema. Por entonces en ese horno laburábamos con tu abuelo Pancho, estaba mi hermano Jorge, Juan Kuhn y su hermano “El Negro” Kuhn, un Klug, tío del Chitón, el Lito Ojeda. El horno era de Bartolomé “El Tolo” Adrover y quedaba para el oeste del pueblo.
_ ¿A qué hora arrancaban a laburar en el horno?
_Nosotros cuando estaban lindas las mañanas, que estaba la luna, empezábamos a las 3 o 4 de la mañana. A esa hora cortábamos. El barro lo fabricaba tu abuelo Pancho y su hermano el Lito durante el día, lo dejaban luego tapado con paja para que no se seque. Eran pisaderos de donde salían más o menos 18.000 adobes, de otros pisaderos salían 10.000 adobes más o menos. En un pisadero de 10.000 adobes si empezábamos a las 5 de la mañana para el medio día terminábamos ese pisadero. En un pisadero así capaz que tenés 15 caballos, es como un corral redondo. El piso está bien afirmado, se vuelca dentro unos 10 o 15 centímetros de alto de tierra, se moja bien todo, se hecha paja podrida, eso va a generar una mezcla buena para sacar un adobe fuerte. El barro queda listo cuando en las patas del animal ya no queda pegado el barro, cuando el caballo levanta la pata para caminar y el barro no se le pega ahí está listo. Ese proceso de pisar el barro lleva de la mañana hasta quizás las cinco de la tarde, todo depende de cómo se dé la mezcla. Ahí quedaba todo tapado hasta que entrabamos nosotros en la madrugada a cortar. Se usaban moldes de dos adobes cada molde. Los adobes que cortábamos los dejábamos orear en una cancha y después se apilan, y se dejan secar, pueden pasar 15, 20 o 25 días hasta que quedan listos para hornear. Para ello se arma una hornalla. Las hornallas pueden tener de 60.000 a 90.000 adobes, se dejan bocas para ir metiendo leña, una boca de unos 50 cm y una altura de otros 50 cm y con un fierro largo le metías los troncos hasta el centro de la hornalla. No recuerdo que nombre tiene ese tipo de fierro que se usaban. La hornalla podía llegar a tener el tamaño de una casa. Eso significa unas 18 filas a 20 filas de adobe de alto, y se echaba carbonilla camada por media, o cada 3 camadas se ponía carbonilla. Eso hacía que el fuego subiera. Y a medida que sube el fuego se va tapando con barro, ese barro se revoca con la mano, es un revoque grueso bruto, y uno se da cuenta donde va el fuego porque por las paredes va saliendo el salitre del revoque, esa es la señal por donde va subiendo el fuego, y cuando ya queda solo un metro para que llegue arriba ahí ya se llenan las bocas con leña y se tapa arriba con tapas ya hechas de material y le echas barro para sellar y que no se escape el fuego ni el calor. Ese proceso de cocción con el tipo de tierra que teníamos podía llevar 2 días y 3 noches más o menos.
Todos esos ladrillos se vendían acá. Acá había más hornos, en donde trabajábamos nosotros era uno de los tantos que había en el pueblo. Estaba el horno de Montero. Los Ibáñez tenían horno. Estaba el horno de los Bellendir, había 4 hornos.
Y nosotros cuando se hizo el silo, nosotros trabajábamos en el horno. Así fue que para construir el silo compraban las hornallas enteras, te hablo de los silos de la junta nacional de granos, se construyeron con todos los ladrillos del horno del Tolo Adrover. Las casas de esa planta se hicieron también con los ladrillos que hacíamos ahí en el horno del Tolo. Ese año debemos haber hecho como 6 o 7 hornallas. Se vendían enteras. Venían con los camiones volcadores, y cargaban ellos esos camiones completos. Yo en el horno laburé desde los 18 años.
_Después también trabaje de bolsero. Tuve de compañeros a mi hermano Jorge, a Grosky, el polaco, José Monter -el papá del Machi-, un Galván, estaba el Cambá Ponce, el Charol Ponce, “El Indio” Villareal, y el hermano de él, y otros quizás que ahora no recuerdo.
_ Vos tenías 18 años, ahora bien después de tanto laburo ¿te quedaban ganas de jugar a la pelota?
_Sí, sí. Cuando llegábamos del laburo y veíamos que ya estaban con la pelota en la cancha nos cruzábamos. A los 16 años ya me hicieron jugar en primera de 4. El “Gallego” Vermilá, es el que armaba el equipo de primera y jugaba, jugaba muy bien. Antes se armaban dos equipos y se jugaba. No había campeonatos como ahora. Lo que si se hacían cada tanto partidos con equipos de otros pueblos. Ese día en el equipo que vendría a ser de primera me dice ¿querés jugar, falta uno? y jugué de 4 que era mi puesto. Yo andaba de alpargatas. Cuando terminó el partido me dice ¿querés jugar el Domingo? Viene Estudiantes de Mirasol. Te voy a poner en la Primera, ¿tenés botines? No, le digo, yo no tengo nada. Así que me consiguió botines. Estaba chocho con los botines. Fui el primero de los Koller en debutar en Primera del Deportivo Winifreda. Me tocó marcar a uno que le decían “El Pampa” Luque que jugaba de 5. “El Gallego” me dijo que ese era el que organizaba a todo el equipo de Mirasol, entonces me dijo que me le pegara a Luque y no lo dejes por nada. No lo dejé mover en todo el partido. El tipo se calentó y se fue de la cancha de la bronca que tenía. Y después me ponían de 4. Después paso mucho tiempo en que se paró el fútbol.
La camiseta siempre fue la celeste y blanca como la de Racing. Después teníamos un equipo de fútbol al que le habíamos puesto “El Rompe redes”.
“El Rompe redes” se armó con dos equipos que eran de dos barrios, había uno de la calle Sarmiento para el oeste que era un barrio, y luego el otro equipo era de la calle Sarmiento para el este. Nosotros siempre jugábamos barrio contra barrio. Después decidimos unirnos para ir a jugar a los relámpagos. El petiso Martín jugaba al arco, era buen arquero. Una vez le jugamos un partido a la primera, por un asado. El primer tiempo terminamos perdiendo 2 a 0. En el segundo tiempo le hicimos 6 y cuando llego el momento de comer el asado se fueron, y ni vinieron a comer. Nosotros éramos todos pibes de 16 a 19 años, que corríamos a lo loco. ¿Sabés porque le pusieron “El Rompe Redes”? A nosotros a los relámpagos nos llevaba “El turco” Alí que tenía un mercado acá. Él le ponía una lona al camión por encima de las barandas y nos llevaba a todos lados a jugar porque a él le gustaba el fútbol. En una oportunidad no sé quién de los que venía en el camión con nosotros, cuando volvíamos de uno de estos viajes, le rompió la lona con un cuchillo. El Turco pobre más vale que se calentó y empezó a decir “ustedes no son rompe redes, ustedes son rompe lonas”. El local del Turco Alí estaba donde hoy está el supermercado del Claudio Kisner.
_Niyo ¿cómo era tu barrio, en aquel entonces?
_Bueno en la esquina donde está el Carlitos Navarro, tenía esa esquina Fernández, ahí alambró y guardaba los postes que tenía para la venta. Después recuerdo que ya estaba la casa de Melado, y acá atrás de la abuela (Guillermina Bustos de Ojeda) estaba mi tío Alejandro, que hoy vive Ligüera. Mi tío Alejandro era el papá del Cauca, que también se llamó Alejandro. Por lo tanto también ahí vivía Lorenzo, el Pajarito. Después no había mucho más, porque esto acá era todo renuevo, más allá estaba la quinta de Kloster. Todavía no estaba Elenchuk pero ahí siempre fue una quinta. Los que tenían esa quinta por entonces era de un tal Massuero. Que el hijo era empleado de la casa Zamarbide. Después esa quinta pasó a ser de Gaspar Hefner, que es el papá de la Marta, que él fue el que donó el terreno donde hoy está la cancha del Deportivo. Después estaba el campo de Ratón que ya en ese entonces era de la familia Ratón.
_Niyo, ustedes laburaban toda la semana, tenían el fútbol. Y ¿bailes había? o ¿qué boliches recordás de acá del pueblo?
_Baile había los Domingos a la noche. Se hacían en un salón pegado al Banco de la Nación Argentina, sobre la avenida Alfonsín. Era un salón que estaba para adentro. Pero los bailes se hacían cada dos o tres meses. Eran bailes con orquestas. Otros bailes a los que íbamos eran los de “El Guanaco”. Los bailes del Lote XIII, los bailes de “La Delfina”, los bailes de “El Destino”, eran los bailes de campo, íbamos todos parados atrás de un camión y sin baranda, teníamos que tener un cuidado, si el camión estaba limpio íbamos sentados. El único camión que si o si íbamos parados era el de Streitenberger porque solía estar tener de aceite. En los bailes había gente de todos los pueblos vecinos, de Mirasol, de Barón, de Mayer, la orquestaba que andaba bien en ese entonces era la de Yicarean.
_ ¿Y la orquesta de Nicasio Rodríguez?
_No eso vino después, años después.
_ ¿Cuál era la barrita de amigos con la que salías?
_Y nosotros éramos muy amigos con mi hermano Jorge y el Cito Stremell, éramos los tres que siempre andábamos juntos, éramos inseparables. Después nos juntábamos con otros muchachos de la edad nuestra.
_ ¿Qué boliches para tomar algo recordás de esa época?
_Mirá boliches eran como cuarenta. Te puedo nombrar 20 o 30, no sé, eran muchos. La cantina del Club, el boliche de Luchesi, el boliche de Anselmo García. Conocí “El Ta Te Ti”, que era del Tito Pereira, que yo tenía mucha confianza con ellos. Con el Tito trabajamos juntos en la estación de servicio de Moroni, que eso fue en el 82 cuando fue la guerra de Malvinas.
_ ¿Y La Terminal estaba ahí donde hoy está?
_No antes paraban en el Hotel los colectivos. En el Hotel Cervantes de José, que también estaba el Cine Cervantes. Los días de cine eran los Martes, Jueves, Sábados y Domingos. Según el trabajo que teníamos íbamos.
Te quería comentar por ejemplo que los bailes antes empezaban 9 o 9:30 de la noche, y a las 3 de la mañana se cortaba todo. Porque incluso se cortaba la luz. En la calle se cortaba la luz. En los bailes por ahí se vendía alguna torta, bebidas. Esos bailes por lo general lo organizaban las instituciones para recaudar fondos.
_Bueno Niyo para cerrar ¿a qué edad dejaste de jugar al fútbol?
_Mirá yo dejé de jugar porque jugando en Carhué me estropeé los meniscos. En ese entonces tendría 33 años más o menos. Nos fuimos a jugar yo y mi hermano de contrabando. Nos fuimos por razones de trabajo. No nos daban el pase acá, pedían mucho por el pase nuestro. El tipo que nos vino a buscar quería llevarnos con el pase, el tipo era de Gascón, incluso era pariente nuestro, él era dueño de cereal. Entonces fuimos a jugar con nombres cambiados, la cosa que nos descubrieron y nos dieron 18 meses de suspensión a los dos. A los 9 meses nos levantan la suspensión porque no teníamos antecedentes en el fútbol. Pero ya no jugamos más. Me acuerdo que fue en la cancha de Darragueira donde me rompí los meniscos. Ahí me pusieron el yeso que lo tuve por 40 días, y durante todo ese tiempo me quedé allá. Después con el tiempo volví a la cancha, pero a los picados. Viste que yo solía ir al arco. Solía jugar al arco de la 3° (tercera) del Deportivo Winifreda a veces. Un día en esos partidos que solíamos jugar con los grandes, siempre me acuerdo, tenía 54 años, andaba bien físicamente; la cosa que salíamos caminando juntos con el Dani Martínez que hoy es el médico de la Selección Nacional de Fútbol, él era jovencito y ya era médico, ese día el también jugo con nosotros acá en la cancha. La cosa que cuando salimos caminando que ya nos veníamos me dice “Niyo ¿Cuántos años tenés?” y le digo 54. Entonces me dice “Mirá te doy un consejo, deja de jugar. Conformate con mirar de afuera ahora, demasiado jugaste ya. Porque vos te vas a desgarrar y no te recuperas nunca más”. Desde esa vez deje de jugar, le hice caso. Después capaz que atajaba en algún nocturno de acá. Pero ya no volví al centro.
_ ¿La cancha se llenaba antes Niyo?
_Sí. Me acuerdo de un partido de Winifreda contra All Boys, que nosotros ganamos 4 a 1. Se vendieron esa vez, lo supe por el Gordo Rouco que estaba en la comisión, 2500 y pico de entradas, no recuerdo la cifra exacta pero sí que había andado en esa cifra. En esa época venían de los pueblos vecinos a vernos, y todos hinchaban para Winifreda, todos en contra de All Boys. Eran partidos especiales. Solo había dos policías de cada punta y nadie se le daba por meterse a la cancha. La cancha se llenaba de papelitos y al finalizar quedaba toda llena de cáscaras de girasoles… (risas). Y no nos insultaban. Era otra cosa. Y a Winifreda a dónde íbamos nos respetaban, nos trataban bien en todos lados.
En ese partido jugué de 2. Siempre jugué de 2. Nosotros ascendimos a Primera en 1962. En el ‘61 salimos terceros, ahí jugaba de 4. En el ’61 cuando termina el torneo se retira Vizcacha Roldán, y él le dice a Carnicero, “Doctor póngalo al Niyo de 2 que va a andar”. Yo hasta ese entonces jugaba de 4. Me entere tiempo después de eso, me lo contó el Vizcacha. Y bueno Carnicero me puso de 2, y desde ahí hasta que me retiré nunca falté a un partido. Nunca fui expulsado de la cancha. Jugué toda mi vida de 2. Te vuelvo a decir con All Boys siempre fueron partidos especiales, siempre fue un clásico.
_Una última pregunta, ¿cómo era el estado físico de ustedes, se cuidaban en las comidas?
_Nosotros teníamos unas piernas bárbaras porque nuestros trabajos eran pesados, laburábamos en el horno de ladrillos, cargábamos bolsas de cereal. Entonces para nosotros jugar al futbol no era nada, no nos afectaba a las piernas porque teníamos un aguante bárbaro. Mirá y el tema de la comida te voy a contar algo. Cuando íbamos por ejemplo a jugar a General Acha. Nosotros, es decir yo y Jorge, íbamos siempre con el Gordo Fernández viste, con la señora y los dos chicos. Y él nos pagaba la comida allá. Había un hotel en Acha. El gordo nos decía “che no coman tanto que ustedes tienen que jugar”. Y yo le decía yo no puedo jugar cagado de hambre perdonando la palabra, y mi hermano igual (risas). Y bueno le explicábamos y nos entendía. Ahora los sábados a la noche, no llegábamos a las 12 de la noche y ya nos acostábamos. Y en la mañana nos levantábamos temprano, nada de dormir hasta las 10, para estar lúcidos. Después nos cambiábamos y salíamos al pueblo. En ese tiempo venía “Yeye” Carnicero, Vis, que paraban en lo de Cantera, y también estaba el Coqui Carnicero, así que nos juntábamos a conversar. En esa época el Doctor Baldovino nos asistía a todos los jugadores del Deportivo. Él nos atendía gratis. Incluso él nos pagaba a mí y a mi hermano Jorge, por cuenta de él nos daba plata. Porque nosotros en ese tiempo jugábamos gratis, no cobrábamos. Eso si nos pagaban el asado a mitad de semana. Y también es cierto que si el equipo andaba bien se juntaba dinero y nos daban dinero al finalizar los partidos. El técnico era Carnicero, a veces figuraba “Cachila” Fernández, pero el que mandaba la batuta era el Coqui que además era jugador, jugaba de 8, era muy buen jugador. Otro que jugaba por aquel entonces era el Lona Cases, que solía jugar de 9. El “Yayo” Ballester jugaba de 5, otro que jugo varios años con nosotros de 5 un tal Campo de Santa Rosa. En ese tiempo solo 3 jugadores había de afuera. Campo, el “Yeye” Carnicero –hermano del Coqui-, y Vis que eran de Catriló y venían a jugar acá. Después éramos todos de acá.
Al finalizar Niyo recordó que su último trabajo fue como municipal.
_Fueron 15 años de trabajador municipal. Supe tener de capaz al Maidana, a Alejandro Russmann, el Lucho Ojeda, Sulca que fue el último capataz que tuve. Después con el tiempo me llegó la jubilación durante la presidencia de Cristina Fernández.