En el invierno de 1996, en Santa Rosa, se llevaba a cabo un emocionante partido de fútbol oficial en el Fortín de Villa Elisa. Faltaban apenas unos minutos para que el encuentro llegara a su fin, y el equipo de Sarmiento se lanzaba al ataque, presionando al Deportivo Winifreda en busca del empate.
Los jugadores del Deportivo Winifreda, conocidos como los "girasoleros", lideraban el marcador con un ajustado 2 a 1, pero no tenían un segundo de respiro para mantener ese buen resultado. En ese momento, en la fase más intensa del partido, un barrilete apareció en el cielo, descendiendo en una trayectoria lenta sobre el campo de juego.
Algunos de los chicos que se encontraban divirtiéndose en los alrededores del estadio perdieron el control del barrilete cuando el hilo se cortó, y éste atravesó la cancha de lado a lado. Sin embargo, en ese preciso instante, el balón se disputaba en otro punto del terreno de juego, lejos de la trayectoria del barrilete.
El arquero del Deportivo Winifreda, José Antonio Rodríguez, no pudo resistirse a la tentación y decidió tomar el hilo del barrilete, intentando remontarlo al cielo, lo cual provocó risas entre algunos presentes y la indignación de varios simpatizantes del Club Sarmiento, quienes sospecharon un gesto de suficiencia por parte del arquero.
José Antonio Rodríguez, al igual que cuando era un niño, se dio el gusto de disfrutar ese pequeño momento. Quizás la buena racha del Deportivo Winifreda, que había levantado vuelo en el campeonato, había cambiado el ánimo de algunas personas.