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  • Foto del escritorFernando “Catuto” Ojeda

“Juancito” Rasch, uno de los albañiles que construyeron el mundo

Juan Bautista Rasch, nació en Winifreda en 1958, su papá fue Juan Rasch también fue albañil.

Cronista: Fernando “Catuto” Ojeda.

_Mi viejo fue albañil, fue uno de los pioneros acá en Winifreda, él se había ido a Buenos Aires cuando volvió empezó con la construcción que se practica hoy, porque antes se hacía todo en adobe, él empezó con el tema de la mezcla, el uso del ladrillo, incluso los Mosman que después fueron grandes albañiles, los Wilberger, los Waiman, todos ellos trabajaron con mi papá, después cada uno siguió por su lado. Antes las construcciones grandes las hacían albañiles o empresas que venían de afuera, pero las casas se solían hacer de adobe, cuando mi viejo viene de Buenos Aires empieza a hacer casas con la utilización de los materiales de construcción con lo que aún hoy se utiliza. Papá nació en Unanue, cuando tenía 12 años se vino a Winifreda. Cuando se va a Buenos Aires trabajo en varios trabajos, fue mozo, carnicero, albañil y después se vuelve al pueblo. Mi viejo se dedicó a hacer trabajos de construcción en los campos y en la zona de Santa Rosa.


_Y vos Juan ¿cómo fue tu inicio de albañil?

_Yo empecé en la construcción ni bien empecé de la primaria. En esa época era o estudiabas o trabajabas. No daba para estudiar, así que a la obra. Eso fue con 12 años, hoy tengo 65 años. Yo arranqué con mi papá, pero como siempre fui muy independiente, estuve poco tiempo con mi papá. Después trabajé en una tienda, fui diarero, bicicletero, tuve un taller mecánico, carpintería rural, pero a partir de los 18-20 años empecé con la construcción y hasta el día de hoy.


Juan tuvo un hermano llamado Pedro, una hermana llamada María Elena, ambos fallecieron, tiene otra hermana llamada Hilda que vive en la ciudad de Santa Rosa, y Carolina que es la hermana menor. Juan nos dice que la madre fue Elena Mossman.

_Juan en este tema de la construcción ¿Quiénes fueron tus referentes?

_Mi viejo con el que empecé, después Pedro Mossman que de él saqué muchas cosas. En aquel entonces era la guía que había. Pedro Mossman, el papá de Santiago. Otro es “Carita” Haag, “El Flaco” Benítez, ellos eran los grandes albañiles, la referencia que había en aquella época viste. Después un poco más acá vino “Tatín” Morel…


Cuando nosotros necesitamos aprender algo observábamos lo que ellos hacía, como así también si necesitábamos que nos expliquen ellos nos explicaban.


Después había otra cosa en la construcción, había ciertos códigos. Por ejemplo si vos eras albañil con Pedro Mossman y venías a pedirme trabajo a mí, yo iba y lo consultaba con él. Lo mismo pasaba con las obras. Si alguien venía a buscarte con una obra ya empezada y quería que vos la continuase, nosotros sabíamos quien la había empezado, íbamos y le preguntábamos al que la había empezado a ver si podíamos continuar o no. Hoy todavía se respeta ello, pero no es tanto como antes. Lo que ocurre que antes eran 3 o 4 albañiles-empresas con sus cuadrillas compuesta por 10 o 12 albañiles. Hoy somos grupitos de 3 o 4, no es como antes. Ahora son todos grupos chicos, hay mucha cantidad de albañiles en grupos chicos de constructoras.


_Juan nombrame como se compone una constructora con los escalafones dentro de ella…

_Bueno mirá primero está “El Canchero”, te explico porque se le llama canchero. Antes cuando nosotros empezamos, antes no había máquinas de hacer la mezcla. Entonces nosotros en el piso teníamos que preparar una “cancha”, ahí se preparaban los “pastones”, eso se preparaba con las asadas y con palas, entonces el que empezaba iba ahí y había que aprender a preparar bien esa mezcla, no pasarla de agua, era todo una ciencia. Cada escalón tenía lo suyo y había que buscar la perfección. Después ibas de “Peón de Albañil”, ese un escalón superior al “Canchero”, después venía “Medio Oficial”, ese ya levantaba paredes, hacia el revoque, y después venía “El Oficial de Albañil”, ese ponía las reglas, ya nivelaba, después venía “El Oficial Especializado” que se ocupaba de lo más difícil, de las aberturas, del revestimiento, de los pisos, ese era casi el capataz de la obra, muchas veces ese “Oficial Especializado” hacía de Capataz de la obra, así eran los lugares, los roles en la obra. Antes uno quería ascender. Todo también ha tenido que ver con que los accidentes de la vida nos llevaron a ser albañiles, porque es un trabajo muy duro. No había muchas opciones tampoco. Antes no había ayuda de ningún tipo, entonces lo más rápido para conseguir trabajo era la albañilería. Antes no había ningún tipo de ayuda oficial, no había nada. Trabajabas o pasabas hambre. Antes ir a la capital donde uno podía pensar en trabajar era más difícil, si bien los kilómetros son los mismos antes ir a santa rosa quedaba más lejos. Antes era o trabajabas en la construcción o ibas a laburar a la cosecha, al campo, a laburar de bolsero.



_ ¿Juan, más allá de que los accidentes de la vida te obligaron a meterte de albañil, del oficio, de la profesión, que es lo que más te gustó del oficio?


_Mirá a mí siempre me gustó la parte de las terminaciones. A mí siempre me gustó mucho hacer lo que es electricidad, Plomería, techista, siempre me gustó y todavía me gusta trabajar con techos de madera. Lo que pasa que nosotros agarrábamos una obra y la agarrábamos completa. Salvo los pintores, después hacíamos todo, plomería, luz, agua, todo, además de la construcción en sí, lo que se dice llave en mano. Esto tiene que ver porque a mí me gustaba trabajar rápido. Que la obra se termine y se entregue en tiempo. Porque si por ahí yo tenía que llamar a un electricista o a un plomero y estaban en otra obra entonces ya se retrasaba la obra en la que estábamos, eso hacía que pusiéramos un parate a una obra e ir a otra… entonces en un momento empezamos hacer todo en las obras que hacíamos.


Juan desde muy joven comenzaste a tomar obras por tu cuenta, es decir independiente de las obras que tomaba tu padre. Comentanos con quienes haz trabajado en todos estos años, peones, oficiales, cancheros que han estado con vos en estos años de construcción.

_Bueno algunos de ellos que estuvieron conmigo son: Darío Bellendir, Fabián Bellendir. Santiago Horn, fue mi mano derecha, estuvo conmigo hasta que después falleció. Él trabajó desde muy chico conmigo, decir Santiago era lo mismo que decir Juan en una obra. Él era siempre el Encargado de las obras.

Bueno “él Beibi” Fabián Bellendir aprendió el oficio conmigo, hoy día él trabaja por su cuenta. “El Flaco” Álvarez, de los Bellendir trabajaron todos conmigo, Hugo “El Cáncer” trabajó conmigo desde muy chico, Diego “Babito” su hermano más chico también. Más acá también trabajó conmigo “Tito” Schenhaiter. Bueno mi hijo Diego, y después hubo muchachos que estaban un tiempito y se iban…



_Una de las cosas que yo noté es que antes el que entraba en la construcción buscaba como ir ascendiendo en el oficio, cosa que ahora por ahí no sé ve mucho, por eso te pregunté sobre los diferentes roles y especialidades de la obra.

_No ahora van y trabajan como por una obligación, porque no hay otra cosa pero no tienen pensado seguir, son muy pocos los que quieren aprender el oficio. Por lo general quieren buscar otro tipo de trabajo porque la obra es sacrificada. Entonces lo hacen como una cosa pasajera hasta que encuentren otra cosa. Entonces son pocos los que quieren permanecer y aprender el oficio. Hoy día es muy difícil ver, observar a algún muchacho que quiera aprender y seguir en el oficio. Hay pero no tanto como antes.


_Juan, ¿si hubieses tenido la posibilidad de estudiar, hubieses estudiado para Maestro Mayor de obra, o alguna tecnicatura en electricidad o algo relacionado con estos oficios u profesiones?

_Tal vez hubiese estudiado algo de mecánica, electro mecánica, en ese rubro. No en la construcción. A mí siempre me gustó mucho la mecánica. Si hoy me dieran a elegir seguramente que no elijo lo de la albañilería, no me puedo quejar porque me fue medianamente bien. Lo que ocurre que es un oficio muy sacrificado, estropeé mucho mi salud, muchos años de polvillo, accidentes que he sufrido en la obra. Problemas en los pulmones, años aspirando polvillo, mi accidente en la vista, pero bueno. Así que si me preguntas ahora si lo volvería a elegir yo te digo que no, es un oficio donde te quema el sol y te quema la helada. Y ahora la cosa cambió, pero cuando yo empecé trabajábamos le dábamos de 14 a 15 horas. En invierno muchas veces teníamos que separar los ladrillos con la cuchara porque estaban pegados por la helada. Pero no había otra cosa, y había que hacerlo, es un oficio muy duro. Ahora la forma de trabajar cambió muchísimo. Hay otras herramientas, lo económico también cambió mucho. Antes vivir de la construcción era muy difícil. Antes para poder llegar a una máquina hormigonera podías pasar toda una vida juntando el dinero para poder comprarla, ahora hay otras oportunidades. Mi papá no sé lo que tardó en poder comprarla, capaz que le llevó más de 20 años. Además no había las que hay ahora, las que había eran para las grandes empresas.


_Juan, a ver cambio un poquito el tema dentro de este gran tema que hoy nos ocupa que es tu oficio de albañilería, que ocurre con el mito de que hay ciertos recelos entre los pintores y los albañiles…

_Y eso sucede…algo de eso hay, porque sucede que a veces hay detalles en la obra y quien lo acomoda a esos desperfectos que puedan quedar, y esto lo arregla el pintor, y el pintor como es el último que entra a meter mano en la obra tiene que arreglárselas pero la culpa parece que siempre va a ser del albañil, no hay otra. Pero se ha aprendido a convivir, todo eso es real. Lo que pasa que hay detalles que suelen quedar y cuando nos preguntan y decimos y eso se ocupa el pintor, y cuando llega el pintor él dice pero esto lo tendría que haber dejado listo el albañil… (Risas)Y bueno es parte de la obra todo esto también.


Juan además de albañil también supiste tocar la guitarra.

_Yo no sabía tocar, aprendí para acompañar a Diego, porque era todo un tema a nivel económico conseguir músicos que lo acompañen, supimos andar mucho. Era todos los fines de semana en un momento, llegábamos a Neuquén, Río Negro, Santa Fe, él empezó a los 8 años, así que de grande me puse a aprender a tocar la guitarra por una necesidad. Tuvimos la suerte y el gusto de poder subir a escenarios grandes como Cosquín, en Casilda que ahí se hace el Festival de la Guitarra, en Santa Isabel compartimos escenario con el Chaqueño, no era lo mío pero bueno más o menos me defendía, algunos de los que me dieron una mano en mi aprendizaje son Joaquín Vásquez, Santiago Mossman, Oscar Puegher, que siempre fue un gran guitarrista que además siempre lo acompañó a Diego, fueron como 6 años que anduvimos con Diego recorriendo las peñas, los festivales, fue una experiencia muy linda. Después dejamos, porque ya había que profesionalizarse y los costos a ese otro nivel son altos y hasta ahí llegó y fue muy bueno y lindo lo vivido.


Bueno Juan además tenés dos hijas…

_Si, Luciana que está en Santa Rosa que es la más chica, y Romina que es la mayor, Diego es el del medio. Y mi señora se llama Nilda Atrael Villafañe. Tenemos 5 nietos, nietas, Elena, Ámbar, Rafael, Isabela, y Juan Agusto.


Juancito Rasch y Atrael Villafañe

_Juan te hago volver un ratito a tu oficio, de las construcciones que han realizado, comentanos cuales crees que quedaron más cerca de la perfección de lo que habían planeado.

_Si tengo que destacar alguna la casa que hicimos a Hugo Cámera es la que cierra todo lo que nosotros quisimos hacer, por tiempo, por la forma, por la libertad que nos dieron para trabajar, porque por más que hubo un arquitecto que hizo todos los planos también nos dieron la libertad para modificar algo cuando lo consideré necesario, por eso quizás fue la casa que más me gustó hacer. Fue una casa que hicimos desde los cimientos hasta la última llave de luz. Después hicimos muchas, la casa que pudimos hacer a Eduardo Clara también es muy linda, otra obra importante fue la modificaciones que se le hicieron a la terminal, todas esas formas redondeadas, esos techos de loza, esos platos, diseños un poco raros, jaja (el arquitecto que diseño esos platos fue Miguel García), así como esa un montón. Incluso hice muchas obras en Santa Rosa, en Victorica, salía afuera porque por ahí acá había poco trabajo, así que siempre tuve trabajo.


_Juan de los rituales en la construcción, hay uno muy popular, el del asadito al finalizar el techo.

_Ah, es una tradición que viene de lejos, yo recuerdo que se corta y se coloca una rama verde, se cuelga de la obra, esa rama tiene que permanecer verde mientras se realiza el techo, es decir tiene que terminarse de techar antes de que la rama se seque, y antes de que la rama se marchite tiene que estar listo el asado para que no se llueva el techo. Eso fue alguna ocurrencia de algún albañil que quería comerse un asado y se usa hasta el día de hoy. En las obras grandes se hacen, en las obras chicas por ahí se perdió. Es lindo, por ahí también sirve para limar algunas asperezas que surgen durante la obra, es lindo porque también se suma la familia a la que se le hace la obra. Es algo lindo.


Una anécdota en la casa de Julio Platner.

_Una que te puedo contar de las muchas que me han pasado, porque además siempre me viene a la memoria. Nosotros pasamos épocas muy buenas, de mucho trabajo, con muy buena referencia. La cosa que nos busca Julio Platner, incluso el que diseña es Carlos Müller, y una de las razones por la que nos buscan es porque siempre fuimos rápidos para trabajar. Así que al otro día empezamos, para la tardecita la pared ya estaba a la altura de la puerta, era una ampliación grande la que se hacía, y me acuerdo que llega Julio, mira y nos dice “acá hay un error”. Entonces le digo ¿cómo un erro Julio? Tengo los planos. Y Julio que insiste “No, acá hay un error, por donde salgo en el garaje, no me dejaron puerta” (risas). Así que mirá, nosotros que veníamos con referencias y todo nos pasó de olvidarnos o no haber visto bien el plano, no sé, nos pasó eso. Así que ahí nomás corregimos el erro y generamos la abertura para la puerta. Es algo insólito que nos pase algo así, nos pasó, seguramente Eva se va acordar.


_ ¿Juan la plomada se sigue usando para tomar el nivel?

_Si, se sigue usando, aunque ahora también se toma el nivel a través de un láser, hay cintas métricas a base de láser, ha cambiado mucho el tema de la construcción con estas nuevas tecnologías. Aunque hay cosas que sino manejas desde la concepción básica de la construcción no vas a poder realizar si no las conociste, que pasa si nunca hiciste una mezcla a pala, preparar el pastón como se decía antes, si siempre usaste una máquina hormigonera, todo lleva su tiempo de aprendizaje, lo mismo pensar en aprender a tomar el nivel, como se toma con una manguera con agua. Yo siempre pienso, hay cosas que vienen bien en el avance, en los usos nuevos de esta época. Hay mucha construcción a base de hormigón, mucho hierro, y hay casas que vos las ves y ya empiezan a sufrir rajaduras, y yo les digo así como hablo con los arquitectos, con los maestros mayor de obras, y vemos las casas que hacíamos antes y las comparas con las de ahora y aquellas primeras que supimos hacer sufrieron menos que las de ahora. Todo esto viene por una diferencia en el tipo de material que se usa, ha cambiado mucho, para bien muchas veces y otras no tan bien.



_ ¿Cómo albañil, que tipo de ladrillos preferís, o el adobón (ladrillo grande), el ladrillo hueco, el bloc…?

_Yo prefiero el ladrillo común, el tradicional, para mi es el mejor, si le preguntas a algún albañil nuevo por ahí te habla de lo nuevo, pero te digo una cosa, los productos nuevos tienen mucha propaganda, están muy promocionados entonces por ahí sucede eso, que tienen mucha propaganda por el interés de quienes los fabrican. Si a mí me preguntas desde mi punto de vista de albañil me quedo con el ladrillo tradicional, para mi es el mejor.


_Juan y si tenemos que hablar de buenos cimientos, como dice el título de una canción de la banda de rock “La Torre”.

_Yo no sé si será el mejor, pero buenos cimientos se logran, con cascotes molidos, con escombro, con todo…mirá primero se hace el zanjeado a 70 centímetros de profundidad, después una buena compactada, y eso significa que no hay que pasarlo de compacto, no sirve que quede afirmado sobre la tosca, tiene que tener un leve movimiento, compactado hasta cierto punto, después sigue el cascote molido, el hormigón pobre que le llamamos nosotros, con arena, con cal con todo eso, sin hierro, sin nada, 60 de ancho por 40 de espesor; así con esos cimientos servían para una casa hasta de dos plantas. Después de hormigón pobre así como te lo he descripto sigue la capa aisladora, que se levanta sobre el ladrillo tradicional, y luego se llega al nivel y ahí se le hace un alisado con cerecita, y en el mejor de los casos se pasaba una pintada con pintura asfáltica. Después puede ocurrir que por alguna falencia aparezca alguna cuestión de humedad, pero para mí así como te cuento creo que son los mejores cimientos. Ahora se usa otra cosa, zapata corrida, con malla, con hormigón, se revoca la capa aisladora, de adentro, de afuera, con el tiempo se verá, esta última forma que te cuento solo hace 10 o 15 años que se empezó. La otra forma la tradicional a la que me referí primero sigue siendo los mejores cimientos.


_Juan una última inquietud que me surge de haber escuchado una vez a un escritor riojano llamado Daniel Moyano, que fue albañil, y cuenta él que se ganó la confianza y la estima de su suegro por haberle hecho un piso estucado a su suegro durante una noche. Decime Juan ¿cómo se hace el piso estucado?

_Bueno nosotros por lo general le llamamos allanado, se trabaja con la llana, primero le haces toda la carpeta, después se le desparrama el producto que vayas a usar, que puede ser cemento, ferrite, le das color o no, y después lo allanas, son unos pisos muy lindos, tienen una particularidad que se saben cuartear, porque es muy fuerte el material que lleva, ese piso bien hecho y bien pulido es un espejo, ahora hoy viene un producto especial para hacer esos piso, ese tipo de pisos se ven mucho en los grandes supermercados, en las estaciones de servicios, hay máquinas para hacerlo. Nosotros lo hacíamos a pulso, era todo a Llana, había que hacerlo, no era sencillo porque el material te da un tiempo para trabajar, tiene un tiempo de fraguado, entonces el que se dispone a hacer ello tiene que conocer muy bien el tiempo que puede llevar hacerlo. Es muy lindo, pero no es para cualquiera. Tenés que tener cierta práctica para llegar a hacerlo. Es muy lindo piso, nosotros lo hemos trabajado. Antes no existía el cerámico en el piso, o si había era muy caro poner cerámicos. Por eso se recurría al piso allanado o alisado como le decimos nosotros.


Juan por el momento ha hecho una pausa en su larga trayectoria como albañil, como constructor, está recuperándose de un accidente que le afectó la rodilla, y sus pulmones están afectados por todos estos años de haber aspirado el polvillo propio de la obra. Está muy agradecido de todas las personas que confiaron y confían en el cómo constructor. 

Juan sobre el final nos comentó que llegó a correr en motos Speedway, eso sucedió alrededor de sus 16 años.


_Por aquella época además de correr, armábamos la moto y la arreglábamos también, no es como ahora que hay mecánicos especializados, fueron épocas muy lindas, venía gente de Bahía Blanca, de Colonia Barón, de Victorica, uno de los que estaba mucho conmigo en esto era “El Mingo” González, Jorge Schwaller, son los que siempre estaban en el tallercito, éramos un grupito que teníamos ahí. El taller lo tenía en el fondo de la casa de mis viejos, ahí nos juntábamos, donde yo además hacía mecánica. No era fácil pero lo hacíamos, y fui a correr a algunos lugares como Colonia Barón, hemos ido al “El anillo embrujado” de Belgrano, alguna vez fui a Huinca, fue poco pero muy lindo, algo había que hacer, éramos jóvenes…Bueno algo creo que te conté, la historia de mi vida…


_Juan ahora ponemos la rama verde

_Si, ahora ponemos la rama verde y hacemos el asado antes que se marchite…


Juan ríe, no es para menos. Juan Rasch es parte de los que construyen el mundo.


EL ORIGEN DEL MUNDO
Eduardo Galeano
Hacía pocos años que había terminado la guerra de España y la cruz y la espada reinaban sobre las ruinas de la República. Uno de los vencidos, un obrero anarquista, recién salido de la cárcel, buscaba trabajo. En vano revolvía cielo y tierra. No había trabajo para un rojo. Todos le ponían mala cara, se encogían de hombros o le daban la espalda. Con nadie se entendía, nadie lo escuchaba. El vino era el único amigo que le quedaba. Por las noches, ante los platos vacíos, soportaba sin decir nada los reproches de su esposa beata, una mujer de misa diaria, mientras el hijo, un niño pequeño, le recitaba el catecismo. 
Mucho tiempo después, Josep Verdura, el hijo de aquel obrero maldito, me lo contó. Me lo contó en Barcelona, cuando yo llegue al exilio. Me lo contó: él era un niño desesperado que quería salvar a su padre de la condenación eterna y el muy ateo, el muy tozudo, no entendía razones.
—Pero papá—le dijo Josep, llorando—. Si Dios no existe, ¿Quién hizo el mundo?
—Tonto—dijo el obrero, cabizbajo, casi en secreto—. Tonto. Al mundo lo hicimos nosotros, los albañiles.

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