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Carlos Kisner 200

Asado brasileño en la Patagonia, carne pampeana en espera: una barrera que sigue generando polémica

  • Foto del escritor: Ñamku Pewma
    Ñamku Pewma
  • 29 mar
  • 3 Min. de lectura

Mientras los precios de la carne golpean el bolsillo de los consumidores argentinos y el Gobierno busca estrategias para contener la inflación, una medida genera indignación en el sector ganadero pampeano: la importación de asado brasileño a la Patagonia se habilita, pero la carne con hueso desde La Pampa sigue prohibida.


La situación no solo despierta críticas por su aparente incoherencia, sino que también reaviva una histórica polémica sobre la denominada “barrera sanitaria” que impide el ingreso de carne con hueso desde el norte del río Colorado a la región patagónica. Una medida que, según múltiples voces, ya no responde a criterios sanitarios sino a intereses comerciales y políticos.


Carne brasileña: más barata y sin trabas

Desde abril, el asado "made in Brasil" empezará a ocupar las góndolas de supermercados en la Patagonia, con un precio estimado en 9.000 pesos por kilo, casi la mitad del valor actual del asado argentino en esa región, que ronda los 20.000 pesos. La decisión del Gobierno Nacional busca frenar el aumento de la carne y se ampara en el nuevo estatus sanitario de Brasil, que será declarado país libre de aftosa sin vacunación.


Sin embargo, mientras se abre el mercado a cortes importados, La Pampa sigue sin poder vender su carne con hueso al sur del país, pese a que recientemente el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) había autorizado su ingreso mediante la resolución 180/2025.


Una resolución que fue, pero ya no es

El anuncio de Senasa fue celebrado por autoridades pampeanas como un avance histórico que pondría fin a una restricción de más de dos décadas. El propio gobernador Sergio Ziliotto lo calificó como “una eliminación de una traba histórica a la expansión de la economía provincial”.


El organismo sanitario había determinado que, tras años de muestreos y estudios, el riesgo de introducir fiebre aftosa a la Patagonia mediante carne con hueso proveniente de La Pampa era insignificante. El diputado nacional Martín Ardohain también celebró públicamente la medida, agradeciendo al Senasa y recordando sus gestiones para lograr este cambio.


Pero la alegría duró poco. Ante la presión de los gobernadores patagónicos de Neuquén y Río Negro, el Gobierno Nacional decidió postergar la implementación por 90 días, abriendo una mesa de diálogo con las provincias del sur. De este modo, la carne pampeana quedó nuevamente fuera del mercado patagónico, mientras la brasileña entra sin restricciones.


El doble discurso del Gobierno Nacional

Desde el sector ganadero y político pampeano no tardaron en alzar la voz. “Marchas atrás. Se dieron cuenta que beneficiaba a La Pampa”, apuntó Ziliotto, señalando que la medida parecía avanzar hasta que se percibió que favorecía a los frigoríficos pampeanos.


El directivo de la Sociedad Rural Argentina, Andrés Costamagna, resaltó la contradicción del escenario actual: “Argentina quedó cara en dólares, el brasileño puede liquidar el asado y competir con nosotros”. Mientras tanto, los productores locales siguen enfrentando altos costos, trabas logísticas y restricciones de acceso a un mercado interno cada vez más desigual.


La Patagonia como terreno de disputa

Los gobernadores de Neuquén y Río Negro, Rolando Figueroa y Alberto Weretilneck, fueron claves en la presión para congelar la medida. Argumentan que es necesario proteger el estatus sanitario de la región, aunque Argentina no presenta brotes de aftosa desde hace 18 años y Senasa ya había avalado técnicamente el ingreso de carne pampeana.


En paralelo, Figueroa intentó amortiguar el impacto político asegurando que “el diálogo es el camino”, y prometió trabajar con los productores patagónicos para establecer normas coherentes y duraderas.


¿Barrera sanitaria o barrera económica?

La contradicción es evidente: mientras se frena el ingreso de carne con hueso desde una provincia argentina por supuestos riesgos sanitarios, se habilita carne importada de Brasil sin mayores reparos. Esto refuerza la percepción de que la barrera al sur del río Colorado ya no protege la salud animal, sino que sirve como muro comercial que excluye a La Pampa de un mercado clave.


En este contexto, los productores pampeanos se sienten nuevamente relegados en una pulseada donde las decisiones parecen más políticas que técnicas, y donde los consumidores del sur terminan pagando el precio más alto… o quizás, el más barato, pero a costa del productor nacional.

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