IMPRONTA DE UN SOÑADOR, DE UN REVOLUCIONARIO, DE UN COMPAÑERO, DE UN ESCRITOR.
Armando Raúl Inchaurraga, o simplemente “Basko” (en euskera o lengua vasca o vascuence), nació en el verano de 1936, más precisamente el 4 de febrero, en Winifreda, La Pampa. Su papá se llamó Armando Inchaurraga -el Basko viejo- , tuvo un almacén importante para el pueblo, y su mamá fue Carmen María Mendizábal –maestra-. El Basko creció con dos hermanas Carmen (Pirucha), y Beatriz.
CRONISTA: Fernando “Catuto” Ojeda
Armando o el Basko, de niño creció en medio de los tumultuosos días del almacén de su papá, al que también en Winifreda llamaban “Basko”, y creció entre las vicisitudes que daba el Winifreda de aquellos años; donde el calor agobiante del verano invitaba a guarecerse en el fresco de las sombras de grandes árboles o en el invierno al lado de la cocina económica. Cuando se reunían con los amigos podían hacer excursiones por el pueblo en busca de tesoros que todo niño fantasea con descubrir, sobre todo luego de los ventarrones a los que siempre nos tuvo acostumbrada nuestras pampas. Algunas de sus amistades son referenciadas en cuentos como “La pequeña muerte de Basilio Kancheff” publicado en la obra “Los pequeños pueblos. Navegantes del silencio” del año 2000.
Armando “el Basko” siempre tiene presente nuestro pueblo, su pueblo. Está en las evocaciones narrativas en las que ha marcado un modo de contar, su mirada sobre el mundo, está en su poesía reunida en su poemario “Poemas del olvido (el lenguaje los convertirá en memorias)” publicado en el año 2016.
El Basko es uno de los pocos pueblerinos de su generación que pudo seguir estudiando, primero el colegio secundario en Carhué y en la ciudad de Santa Rosa, donde ahora vive.
Basko también estudió Farmacia (Universidad Nacional de La Plata), y tiene una especialidad en Salud y gerenciamiento de obras sociales de la Universidad de Lomas de Zamora, con el tiempo también se formó como Operador en Psicología Social de la Escuela de Enrique Pichon-Rivière (1997-2001), Quilmes.
Al respecto el Basko ha sabido comentarme que él es consciente de la suerte que tuvo de poder estudiar, que muchas personas como él no pudieron seguir los estudios. En aquellos años de su infancia y luego los años de su juventud las necesidades eran muchas y la posibilidad de estudiar no siempre podía ser realizada por la mayoría, por tal motivo el celebra cuando las políticas sociales, educativas y laborales son más equitativas y justas, cuando el Estado genera las políticas públicas para que ello sea posible. Armando “Basko” Inchaurraga incluso ha sabido ser parte del Estado, -como funcionario- fue parte del Ministerio de Bienestar Social de La Pampa como Director de Educación para la Salud, lugar que conformó con artistas visuales, músicos y poetas, no solo con profesionales de la salud, con el objetivo de brindar una mejor atención en la prevención para la salud.
Quizás este modo de conformar el equipo con el que trabajó provenga de su temprana formación política ligada al socialismo de vanguardia de los años 60, y de su mirada política compartida con el peronismo como movimiento popular de nuestro país, de su experiencia en Cuba donde tuvo la oportunidad de compartir su formación política con la triunfante Revolución Cubana “de los barbudos”, entre los que se encontraba Ernesto Guevara de la Serna (El Che), con quien compartió jornadas de teoría y práctica y el trabajo voluntario en aquellos tempranos años revolucionarios (1961) de nuestra querida hermana tierra de Cuba.
De aquellos días en Cuba junto a los revolucionarios entre los que se encuentra el Che Guevara hay una foto en el libro titulado “Tania. La guerrillera inolvidable” -que recorre la historia de la revolucionaria argentina- en donde se lo ve a Basko junto al Che Guevara, los dos con el torso desnudo, luego de una jornada de trabajo voluntario en la construcción de una escuela patrocinada por la UIE, en la Habana; claro que en la foto hay otros compañeros y compañeras entre las que se encuentra la popular revolucionaria Tania.
En aquellas charlas que tuve con el Basko - hace unos años- me comentó que su regreso al país, luego de haber estado poco más de un mes, en la Cuba revolucionaria, fue mediante una escala en el hermano país del Uruguay. En esa oportunidad los uruguayos -Basko cree que eran compañeros anarquistas- lo cobijaron durante un mes hasta que lo dejaron continuar vía Entre Ríos, desde donde finalmente viaja a su ciudad de entonces, La Plata con otra breve estadía en la ciudad de Buenos Aires. En aquel entonces Basko era un avanzado estudiante de Farmacia y militante político universitario en la Universidad Nacional de La Plata.
Basko se casó Gladys “Pocha” Russell, con quien tiene dos hijas, Paula (Comunicación Social y Periodista) y Ana (Ceramista). Hace 3 años llegó a la familia la niña Luna, hija de Paula y su compañero Juan Manuel.
Quienes ahora leen esta impronta sobre Armando Inchaurraga (El Basko) se preguntarán donde vivió de niño con su familia en Winifreda, nuestro pueblo. Basko me supo narrar que su casa y el almacén de su padre estuvo sobre la calle Rivadavia, a la izquierda de la sede del Club Social y Deportivo Winifreda, luego de la casa de los Inchaurraga- Mendizábal se encontraba la casa de la familia Dahir, luego en la esquina se encontraba la panadería de Dalsanto (aún hoy se encuentra allí la panadería, solo que hoy está en manos del panadero Oscar Rihl -con quien tenemos una charla pendiente para hablar de los año que lleva como panadero-).
Hace unos años lo visité por vez primera a Basko con el objetivo de que me hable de su papá y de otra persona llamada Fortunato Fernández. Eso ocurrió en el verano de 2016. Pues en algunas charlas que supimos tener con Hugo Villalva sobre los primeros anarquistas que hubo en Winifreda, Hugo me dijo “el que puede llegar a saber algo es “el Basko” Inchaurraga”. Pero esa es otra historia, lo cierto es que a partir de ese momento quien escribe ahora esta nota fue acercándose cada vez más al Basko, tanto como escritor, como referente filosófico de la vida que con el tiempo devino en uno de mis amigos.
Basko Armando Inchaurraga es parte de la A.P.E (Asociación Pampeana de Escritores), allí durante el año 1991 fue presidente, y allí forjó amistades entrañables como con Edgar Morisoli, Teresa Pérez, María Alejandra Naunchuk “Mañu” (escritora winifredense), como así también con el artista visual Juan Jorge Harb, entre tantas otras amistades. El Basko como escritor nos ha dado obras literarias memorables como “Testimonio de esta tierra”, el primero publicado en 1992 (tuvo una segunda edición en 1994); “Los días del tren” (obra de teatro 1993-2004), “Los pequeños pueblos. Navegantes del silencio” (2000). “Restauración del tiempo”; “Restauración de las pobres cosas” (2007); “Tierra atardecida” (2014) y un libro de poemas llamado “Poemas de olvido (el lenguaje los convertirá en memoria) del año 2016.
En los libros de Armando “Basko” Inchaurraga vamos a encontrar relatos que nos remiten a Winifreda, sus narraciones tienen un manejo del lenguaje popular, sin caer por ello en el costumbrismo. Sus textos nos invitan a reflexionar sobre los hechos de nuestra historia reciente en términos políticos, sociales e ideológicos, como así también muchas veces rozan lo que en américa latina fue una marca de los ‘70, el realismo mágico. Cada libro de Armando “Basko” Inchaurraga fue prologado por quien fuera su amigo, uno de los máximos exponentes de la poesía pampeana, Edgar Morisoli.
Nosotros desde esta nota le dejamos a su alcance para que disfruten uno de sus cuentos llamado “Tiempo de Perdices”, cuento que fue autorizado por Basko para que hoy lo publiquemos aquí y que es parte del último libro de relatos publicado con el título “Tierra Atardecida”. Espero que lo disfruten. Algo más antes de que comiencen a leer el cuento, los libros de Armando “Basko” Inchaurraga se encuentran en nuestra querida Biblioteca Popular Manuel Lej.
Hace unos días cuando nos volvimos a encontrar con el Basko, después de 2 años sin poder hacerlo por los cuidados que tuvimos que tener tras el advenimiento de la pandemia de covid, nuestra charla volvió a rondar por las historias del pueblo y sobre política, de esa charla me queda el tono de su voz al narrar, también me quedó una frase –pensamiento. Basko en un momento me dice
“Sabes nosotros seguimos esperando la vuelta del tren”.
Cuando me dijo ello debo confesar que me conmovió su mirada romántica y utópica y no por ello menos real. Porque con el tren los pueblos no mueren, al contrario crecen, se desarrollan de otro modo.
Quizás sea posible un pequeño mundo más justo, menos cruel, más social y nos permitan pensar más concretamente políticas de transporte y comunicación más equitativas donde los pueblos no se encuentren tan desamparados por las distancias no solo geográficas, sino en materia de distribución de las riquezas que se generan desde las entrañas de los pequeños pueblos. Donde hay tren hay una comunidad que bien sabe convivir y soñar con un mundo más amable.