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A 25 años de la muerte de René Favaloro: el legado inmortal del médico que le salvó la vida al mundo y que no pudo salvar la suya en Argentina

  • Foto del escritor: Ñamku Pewma
    Ñamku Pewma
  • hace 4 días
  • 4 Min. de lectura

El 29 de julio de 2000, la Argentina se estremecía con una noticia devastadora: el doctor René Favaloro, uno de los médicos más prestigiosos del país y creador del bypass aortocoronario, había sido hallado sin vida en el baño de su departamento. Tenía 77 años y había decidido poner fin a su vida disparándose en el corazón, agobiado por las deudas que asfixiaban a su Fundación y por un sistema que lo había dejado solo.

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Hoy se cumplen 25 años de aquel día que marcó un antes y un después en la conciencia colectiva argentina. Su muerte no solo fue una pérdida para la medicina mundial, sino también una denuncia silenciosa, pero estremecedora, de la corrupción, la indiferencia estatal y la falta de compromiso social.



De las pampas al mundo

René Gerónimo Favaloro nació en La Plata en 1923. Hijo de una modista y un carpintero, estudió medicina en la Universidad Nacional de La Plata. En 1950 llegó a la localidad pampeana de Jacinto Arauz para reemplazar durante unos meses a un médico rural enfermo. Se quedó doce años. En ese rincón del oeste pampeano no solo ejerció como médico, sino que revolucionó la salud pública: disminuyó la mortalidad infantil, promovió la prevención y trabajó codo a codo con los vecinos. Allí, como él mismo escribió, “conocí el dolor de la gente humilde y aprendí el verdadero sentido de ser médico”.


En 1962 viajó a Estados Unidos, donde se perfeccionó en cirugía cardiovascular en la prestigiosa Clínica Cleveland. Fue allí donde, en 1967, realizó la primera operación planificada y documentada de bypass aortocoronario utilizando una vena safena. Aquella intervención, que permitió salvar la vida de un hombre con una obstrucción coronaria grave, se convirtió en una técnica revolucionaria que cambió la historia de la medicina. Desde entonces, millones de personas en todo el mundo sobreviven gracias a ese avance.


Favaloro podría haberse quedado en Estados Unidos y disfrutar del prestigio y la comodidad de un gran centro médico. Pero decidió volver a la Argentina en 1972 con un sueño: construir una institución médica de excelencia, accesible, científica y humana. Así nació en 1992 la Fundación Favaloro, su obra más ambiciosa, donde se conjugaban la asistencia, la docencia y la investigación, siempre con una fuerte vocación social.



El colapso de un sueño

Sin embargo, la realidad argentina se encargó de arrinconarlo. A fines de los años 90, la Fundación enfrentaba una crisis financiera terminal. Obras sociales, hospitales públicos y organismos estatales le adeudaban más de 18 millones de pesos/dólares. Favaloro pidió ayuda a empresarios, políticos, dirigentes sindicales. Golpeó todas las puertas. En varias cartas —siete en total— escritas poco antes de su muerte, dejó constancia de sus reclamos, su desilusión y su decisión. Una de ellas estaba dirigida al entonces presidente Fernando de la Rúa. En otra, resumía su desesperanza con una frase que quedó grabada a fuego: “Me ha derrotado esta sociedad corrupta”.


Denunció el pedido de sobornos por parte de obras sociales para liberar los pagos. Se negó a entrar en ese “juego sucio”, como lo llamó. “No puedo aceptar las reglas de este juego siniestro. Prefiero desaparecer antes que traicionar mis principios”, escribió.

En su emotiva carta titulada “A mis amigos, a la sociedad”, expresó:

“Estoy cansado, muy cansado. Pero también estoy en paz con mi conciencia. Espero que mi partida sirva para que alguien, alguna vez, escuche este grito de desesperación”.

Pidió que sus cenizas fueran esparcidas en los montes de Jacinto Arauz, donde fue feliz atendiendo a los más humildes. Allí donde sembró valores, hoy lo recuerdan como uno de los suyos.



Una figura universal

Favaloro no solo fue un cirujano de renombre mundial. Fue un pensador profundo, un apasionado por la educación, un defensor de la ética médica, un humanista. Escribió más de 300 trabajos científicos, libros fundamentales como El tratamiento quirúrgico de la arteriosclerosis y De las pampas a Cleveland, y recibió decenas de distinciones internacionales. A pesar de su fama, mantuvo siempre una humildad admirable.


Pero también fue un hombre que sufrió. Que luchó contra un sistema que no premiaba el esfuerzo ni la honestidad. Que se sintió solo, desgastado, y decidió dejar este mundo como había vivido: con dignidad y verdad.



Su legado, más vivo que nunca

A 25 años de su muerte, René Favaloro sigue siendo un símbolo. Un faro moral. Su obra médica sigue salvando vidas. Su fundación continúa en pie, gracias a quienes tomaron la posta. Y su mensaje, escrito en el dolor, sigue interpelando a la sociedad argentina.


Recordarlo no es solo un acto de memoria: es un compromiso con la ética, la solidaridad y la justicia. Como él mismo escribió:

“Si con mi muerte no logro que se hagan las cosas de otra manera, al menos que quede claro que no participo de este juego siniestro”.

René Favaloro, el médico que curó corazones en todo el mundo, murió de un país que no supo escuchar el suyo. Pero su vida, su legado y su lucha siguen latiendo con fuerza en cada rincón donde alguien decide actuar con honestidad y vocación de servicio.

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