Hoy es un día muy especial en Argentina, porque el primer lunes de Octubre de cada año se conmemora: “EL DÍA DEL INQUILINO”, es por éste motivo, que desde el Movimiento de Inquilinos Pampeanos queremos desearles que tengan: UNA HERMOSA JORNADA A TODAS LAS PERSONAS QUE ALQUILAN, TIENEN LA NECESIDAD DE ALQUILAR y OCUPAN TIERRAS!!!.
Es un día para visibilizar la problemática a la hora de alquilar y acceder a una vivienda o pedazo de tierra, porque somos mas de 3 millones de inquilin@s en todo el país y mas de 35 mil en toda la Provincia de La Pampa, porque las personas que desean alquilar se ven obligados a soportar los abusos del mercado inmobiliario, como por ejemplo: discriminación a personas que tienen menores a cargo, desalojos forzosos, malas condiciones habitacionales, varios meses por adelantado, expensas ilegales, garantías exorbitantes, cláusulas abusivas en los contratos, cobro de algunos impuestos, viviendas en pésimas condiciones, retención indebida del mes en depósito e INCUMPLIMIENTO DE LA LEY NACIONAL VIGENTE.
EL LOGRO DE LA COMISIÓN 0% PARA LOS INQUILINOS EN LA PAMPA
Luego de varios años de lucha y obra de éste Movimiento de Inquilinos Pampeanos, finalmente logramos reformar los Artículos N° 90 y N° 94 de la Ley Provincial N° 861 o Ley de Martilleros Públicos y Corredores de Comercio de La Pampa, de esta manera la Provincia de La Pampa, se convierte en el 3° lugar del País en reformar la Ley de Martilleros. Sin dudas que la aprobación de esta Ley fue un paso muy importante para todas las personas que alquilamos; porque el Mercado Inmobiliario ya no puede cobrar nada de comisión a las personas que alquilan o desean alquilar un lugar como vivienda, tampoco se puede cobrar comisión u honorarios por: Renovación de Contrato, ni exigir mas de 1 mes por adelantado a l@s inquilin@s.
POSTURA E INCUMPLIMIENTO DE LA LEY NACIONAL DE ALQUILERES…
La postura de éste Movimiento de Inquilinos Pampeanos ante esta Nueva Ley no es del todo positiva, porque la fórmula de aumentos es perjudicial para la economía de las personas que alquilan, al igual que los periodos de renuncia a un contrato y el pago de indemnización a propietari@s. Sin dudas quienes alquilamos nos vemos obligados a alquilar por una necesidad de acceder a una vivienda digna y quienes poseen alquileres lo ven como un negocio para adquirir mas capital y bienes… .
Ésta flamante Ley, trajo sus controversias ante inquilin@s y propietari@s, por un lado tenemos al sector mas débil que es el de las personas que alquilan o se ven obligados a alquilar una vivienda. Sin dudas la Nueva Ley plantea aumentos anuales que superan el 100%, lo cual perjudica rotundamente al bolsillo de l@s inquilin@s porque los salarios no aumentan como aumentan los alquileres. Pero hay otros puntos muy interesantes que la Nueva Ley plantea, pero que nadie controla, ni la hace cumplir. Por ejemplo: Creación del Programa Nacional de Alquiler Social, Seguro de Caución, entre otros Artículos que no se cumplen ni implementan y que ayudaría al acceso a la vivienda en alquiler.
Por otra parte, tenemos al sector propietari@ que quieren vivir de la renta de sus inmuebles para “recuperar lo invertido y volver a invertir”, lo cual sabemos que son muy pocas las personas que alquilan propiedades y vuelven a edificar. Tampoco quieren declarar sus propiedades y/o construcciones que en algunos casos se encuentran dentro de Viviendas Sociales que no están canceladas. Sin dudas y ante la crisis económica que atraviesa nuestro País, sumado al sector empresarial u oligarquía financiera que aumenta de forma increíble los productos y sus precios logrando una desestabilización económica, hacen que aumenten los alquileres para aumentar sus intereses bancarios y “no perder” ante la inflación. Aunque muy poc@s declaran sus contratos ante la A.F.I.P. y se niegan a cumplir no sólo la Ley Nacional de Alquileres, sino también, Nuestra Constitución Nacional, el Código Civil y de Comercio de La Nación y el Código Penal Argentino. Todo ante la complicidad del Estado y el Poder Judicial.
Por eso pedimos a quienes alquilen o se vean obligad@s a alquilar, que se animen a denunciar, porque hacer respetar Nuestros Derechos, sólo depende de Nostr@s.
¿SE CONMEMORA EL DÍA DEL INQUILINO?...
Hace 116 años, el 1 de octubre de 1907 el movimiento de lucha de los inquilinos contra el aumento de los alquileres se convierte en huelga, cuando más de 250 conventillos de la ciudad se suman al desacato y se producen violentos enfrentamientos entre los inquilin@s y la policía. La Federal, bajo las órdenes de Ramón Falcón, intenta desalojar por la fuerza el conventillo “14 Provincias” (San Telmo) que cobijaba a más de 200 familias y asesina al obrero baulero Miguel Pepe, de 17 años. Al día siguiente una movilización de más de 15.000 personas acompaña el féretro. Gobierna la ciudad Carlos Torcuato de Alvear y el país José Figueroa Alcorta, de la coalición conservadora. Las crónicas no pueden soslayar la actualidad de esta historia, cuando los alquileres son extorsivos y se necesitan más salarios para llegar a la vivienda que en cincuenta años, pero omiten un dato importante. La preparación y la movilización de esta huelga que fue parte de la agenda del movimiento de lucha de la clase obrera, trabajadora y asalariada.
El costo de vida aumentaba día a día y el salario iba teniendo casi un sentido testimonial para los miembros de los sectores populares. Uno de los rubros que había sufrido mayores aumentos frente a los eternamente rezagados salarios era el de los alquileres, que se llevaban un buen porcentaje de los ingresos familiares.
“Sea propietario” prometían los folletos de las agencias de promoción de la Argentina en Europa destinadas a los proletarios europeos, que eran alojados a su arribo en el llamado “Hotel de Inmigrantes”, un depósito de seres humanos, del cual se los expulsaba a los cinco días, quedando librados a su escasa o inexistente fortuna.
A la salida del Hotel estaban los “promotores” de los conventillos, subidos a carros que trasladaban a los inmigrantes hacia su nuevo destino. No había contratos de alquiler; el primer recibo de pago se lo daban al inquilino a los tres meses, para poder desalojarlo por falta de pago cuando el encargado o el propietario lo dispusiese.
Aquellas casas de inquilinato habían comenzado a surgir a comienzos de 1871 cuando las tropas argentinas regresaron de la guerra del Paraguay y trajeron, entre otras cosas, la epidemia de fiebre amarilla. El foco infeccioso se concentró en los barrios porteños de San Telmo y Monserrat, lugares tradicionales de residencia de nuestras familias “patricias”, que decidieron abandonar sus enormes mansiones para trasladarse a Barrio Norte y Recoleta.
El capital ocioso conformado por aquellas casonas encontraría rápidamente un nuevo destino con notable rédito para sus dueños, que vieron en el aluvión inmigratorio una notable oportunidad de darle un fin productivo a sus propiedades abandonadas. Los palacetes fueron transformados en verdaderos palomares, con habitaciones sin ventanas y con un solo baño para cientos de personas.
En un principio se las llamó “casas de alquiler” o “inquilinatos”, hasta que el ingenio popular las bautizó como conventillos, un diminutivo de convento, que ironizaba sobre las numerosas celdas que poblaban estos nuevos negocios de la oligarquía financiera.
Fríos en invierno, muy calurosos en verano, siempre insalubres, los conventillos eran la única posibilidad de vivienda para los recién llegados.
A comienzos de 1880 en Buenos Aires había 1.770 conventillos, en los que vivían 51.915 personas repartidas en 24.023 habitaciones de material, madera y chapas. Para mediados de 1890, ya eran 2.249 para 94.743 inquilinos.
En su revelador “Estudio sobre las casas de inquilinato de Buenos Aires”, publicado en 1885, el doctor Guillermo Rawson, apelaba, más que a la solidaridad, al desarrollado espíritu de supervivencia de nuestra clase dirigente para intentar mejorar las condiciones de vida de los inquilinos:
”De aquellas fétidas pocilgas, cuyo aire jamás se renueva y en cuyo ambiente se cultivan los gérmenes de las más terribles enfermedades, salen esas emanaciones, se incorporan a la atmósfera circunvecina y son conducidas por ella tal vez hasta los lujosos palacios de los ricos.
”Un día, uno de los seres queridos del hogar, un hijo, que es un ángel a quien rodeamos de cuidados y de caricias, se despierta ardiendo con la fiebre y con el sufrimiento de una grave dolencia, aquel cuadro de horror que hemos contemplado un momento en la casa del pobre. Pensemos en aquella acumulación de centenares de personas, de todas las edades y condiciones, amontonadas en el recinto malsano de sus habitaciones; recordemos que allí se desenvuelven y se reproducen por millares, bajo aquellas mortíferas influencias, los gérmenes eficaces para producir las infecciones, y que ese aire envenenado se escapa lentamente con su carga de muerte, se difunde en las calles, penetra sin ser visto en las casas, aun en las mejor dispuestas; y que aquel niño querido, en medio de su infantil alegría y aun bajo las caricias de sus padres, ha respirado acaso una porción pequeña de aquel aire viajero que va llevando a todas partes el germen de la muerte.
”Las casas de inquilinato, con raras excepciones, si las hay, son edificios antiguos, mal construidos en su origen, decadentes ahora, y que nunca fueron calculados para el destino a que se les aplica. Los propietarios de las casas no tienen interés en mejorarlas, puesto que así como están les producen una renta que no podría percibir en cualquier otra colocación que dieran a su dinero.”
Pero no hubo caso, ni así pudo lograr la conmiseración de los dueños de todo que seguían preocupados en cosas tales como la importación de carros y caballos de Rusia y champagne francés hasta convertir a la Argentina en uno de los principales consumidores de América.
La situación explotó a mediados de 1907 cuando se produjo una novedosa huelga de inquilinos. Los habitantes de los conventillos de Buenos Aires, Rosario, La Plata y Bahía Blanca decidieron no pagar sus alquileres frente las pésimas condiciones de vida en los inquilinatos y al aumento desmedido aplicado por los propietarios.
La represión policial no se hizo esperar y comenzaron los desalojos. En la Capital estuvieron a cargo del jefe de Policía Crnl. Ramón Falcón, quien desalojó a las familias obreras en las madrugadas del crudo invierno de 1907 a manguerazos de agua helada con la ayuda del cuerpo de bomberos. Dos años después sería ajusticiado por un líder anarquista.
“BARRAMOS CON LAS ESCOBAS LAS INJUSTICIAS DE ÉSTE MUNDO”…
“Anarquista se nace” decía el flamante jefe de Policía, coronel Ramón Lorenzo Falcón, mirando a Miguel Pepe, quien con solo 17 años se convirtió en uno de los más activos y eficaces oradores de aquellas jornadas. Vinieron los desalojos y los tiros. Miguel quedó herido en un brazo. “Barramos con las escobas las injusticias de este mundo” se le escuchó decir. A los pocos días, una manifestación de escobas, -mayoritariamente compuesta por mujeres y niños, los que más horas por día padecían los males de los conventillos- recorrió Buenos Aires. Salían a la luz los invisibles. Eran miles de escobas portadas pacíficamente.
El solidario gremio de los carreros se puso a disposición de los desalojados para trasladar a las familias a los campamentos organizados por los sindicatos anarquistas, donde el gremio gastronómico preparaba suculentas ollas populares financiadas con aportes que llegaban de todo el país.
Tras una durísima y desigual lucha, los huelguistas lograron parcialmente su objetivo de conseguir la rebaja de los alquileres y mejorar mínimamente las condiciones de vida. Este original movimiento, que fue tomado como ejemplo y replicado en varias capitales del “primer” mundo, representó un llamado de atención sobre las dramáticas condiciones de vida de la mayoría de la población que ocuparon por aquellos días las tapas y los editoriales de los principales diarios.